No aclares niña, que oscurece.

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Caminaba yo ensimismada por las calles del centro, regresando de clases tipo 10 de la noche, cuando entro al edificio donde queda mi departamento y noto que el ascensor de mi bloque anda en el piso 13. Considerando que vivo en el piso 3, lo más lógico era subir por las escaleras y eso hice (Como detalle cultural, acá en Argentina existe lo que se llama la “planta baja” o “piso cero”, es decir que si vives en el 3er piso de Argentina, la verdad de las verdades es que vives en el 4to piso de Perú. ¿Comprende?). Y bueno, cuando llegué a mi piso todo estaba a oscuras (porque acá hay las lucecitas que se prenden SOLO cuando sienten la presencia de alguien, o sea, no es como en Perú donde tu papi te deja la luz de la puerta prendida toda la noche NO MAMACITA, NO. Acá no estamos para desperdiciar luz en cojudeces. Tú ya estás grande así que sube a oscuras carajo! ¿Comprende?). Y nada, salí de las escalerillas –a oscuras- y me puse a jugar con mis llaves –a oscuras- para poder entrar a la casa. En eso, las luces inteligentes sienten la presencia del enemigo (o sea la siempre inofensiva Tía Lauris) y se prenden. Qué es lo que ven mis ojitos picarones? UN HOMBRE. El flaco tenía un cigarrillo en la mano (Yo les juro que vi un hacha). Obviamente grité. Jajaja. Pero no grité histriónicamente, o sea nada de “Socorro”, “Help”, “May Day”, no, no. Como buena limeña atiné a decir “¡Ay concha!” (Mentira Mamita Olga yo no hablo cosa fea). El chico también se asustó y me pidió disculpas diciendo “Perdonáme, no sabía que era tan feo” (No hay nada que hacer, los locales no pierden el tiempo. Hasta la chica que se asusta al verte es potencial presa. Toca aprender alguito no? En fin. Jajaja). Y nada, dada la situación, tuve que pedirle disculpas (y decirle que no era feo). Resulta que el flaco fumador es mi vecino y en su casa no se puede fumar así que por eso, muchas veces al día el sale a sentarse en la escalerita y fumar sin que nadie lo vea. “Y siempre te sientas ahí?” preguntó una Tía Lauris entre curiosa y preocupada (después de todo, han sido MILES las veces que me he rascado partes impropias mientras intento abrir la maldita puerta de mi departamento). “Y bueno, si” contestó travieso el vecino simpaticón y candidato a enfisema pulmonar (lo dice una fumadora social). Hablamos 2 trivialidades más (rajamos del conserje que no saca la basura y de la casera que no paga la luz en fecha, conversas típicas de inquilinos jóvenes) y luego la que suscribe finalmente abrió la puerta de su morada y se retiró. El vecino se ve buena onda. Quién sabe, por ahí un día nos animamos y le vamos a pedir una tacita de azúcar. (Aunque no sé ni para qué si yo endulzo con edulcorante. En fin).

Pd. El cliché de “la tacita” funciona sólo si es azúcar? O sea, se puede ir a pedir una tacita de leche o algo así? O es que se dice “azúcar” in a naugthy way? En ese caso no estaría bien que le pida “leche” no? Mejor no le pido nada. Jajaja.