La paja... en el ojo?

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El viaje a Lima vino con añadidos inesperados. Ya en Buenos Aires venía recuperándome de una gripe medio fregada, pero el tener que esperar en Ezeiza para abordar (Ay, la neblina, la neblina!) hizo que la que suscribe, sexagenaria de espíritu, se recontra enfríe al punto que, al pisar suelo patrio ya la gripe se había vuelto un castigo divino, una tortura china. (Un avispado me dijo que Diosito me estaba reprendiendo por haber tratado tan mal a los hombres a lo largo de mi vida. JA!). Y bueno, como a mí me gusta vivir engañada en lo que a enfermedades se refiere, me colgué el letrerito de ACÁ NO PASA NADA, y seguí con mi estadía placentera en Lima, hasta que la mamita olga me llevó de la oreja donde el doctor, aduciendo que ya no soportaba más mi congestión nasal (no es de prestancia andar con mocos pues, qué tal lisura!). Mientras esperaba -hecha un zombie- para entrar a ver al Doctor (domingo, día del padre, 9am, a quién se le ocurre? A la mamita olga, claro!), sentí la inminente explosión nasal que estaba por ocurrir. Raudamente, y como soy una niña de colegio religioso, me apresuré a los servicios higiénicos para dar rienda suelta a los bajos instintos de mi naricita. (Uno debe sonarse la nariz solito, si sabías no? Nadie quiere escuchar solos de TROMBON sin aviso previo pues.) Y bueno, cuando entré al baño me alegré de que estuviera vacío pero, para efectos de mayor privacidad me metí a uno de los cubículos. (Se dice cubículos? O sea, me metí a "los bañitos" que están dentro del "baño". Se entiende? Ya, no jodas.) En completa soledad, dejé que mi nariz se manifestara en todo su esplendor, parecía un discurso populista del presidente de curso, ¡No había cuando terminara! (Alquien entiende los comentarios de oposición al gobierno en medio de relatos acerca de tissues, congestiones y baños de damas?) Y, en pleno extasis explosivo, una voz evidentemente incomoda se dejó sentir: "Bueno, basta con eso!" y me cortó todo el proceso de parto. La verdad me molestó la situación. O sea, yo estaba en la sala de espera y me paré para ir al baño y no molestar a nadie. No contenta con eso, verifiqué que no hubiese nadie en los SSHH y aún así me metí en "un bañito" del "baño", o sea, un poco más y me meto al mismisimo inodoro para evitar molestias. Y aparece una "quien será" que se gana con los últimos instantes de mi despliegue nasal y se atreve a detenerme? Ay carajo, te voy a meter mi paquete de tissues por la ñata flaca, te jodiste. Abro la puertita del "bañito" y me encuentro con la flaca lavándose las manos (La mujercita tenía zapatos sin punta y se había puesto pantys! Qué cosa puedo esperar de alguien que usa sandalias CON PANTYS!?), vi que no valía la pena manifestarme y me estaba yendo, cuando escucho nuevamente "Estás enfermita no?" (Pero no bonito pues, sino con "tonito". Esto de acá sólo lo entenderán las mujeres, los hombres no saben nada!). Yo volteo para meterle un pollo (Jajaja, ¿qué se sentirá escupirle a alguien?) y me detengo al ver un tubo de crema al lado del lavamanos. LO COMPRENDÍ TODO. En este momento agradezco haber trabajado en un laboratorio pues pude identificar cuál era el mal que aquejaba a la mujercita. Comprensible que ande de tan mal humor si es que tiene que aplicarse Estriol (*) en sus partes nobles (Si serán nobles! Jesucristo!). Y nada, la miré, miré el tubo de crema como para que ella lo notara, me reí y le dije: "Lo mío se quita abrigándome, lo tuyo no, no?"

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