No siempre se tiene lo que se quiere.

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De mis aventuras en Ezeiza les cuento en otro post. (Porque este viaje relámpago ha sido MUY DIVERTIDO) Sólo les voy a decir que en casa nadie sabía que llegaba y que entré por la puerta principal a las 4 y pico de la mañana y nadie se dio cuenta. (De hecho, podría haberme robado la licuadora, que en el depa bonaerense necesitamos tanto, y nadie lo sabría. En fin) Entré a mi cuarto, tomé una pijama y a dormir. Al día siguiente bajé a la cocina y Leo pegó un grito (Aún no cree que estoy en casa, de pronto piensa que me desdoblé o algo así). Luego la mamita olga me abrazó fuerte y, tras una rauda inspección ocular, me dijo que ya no tenía poto (¿Alguna vez lo tuve?). Acto seguido, me sirvió un glorioso JUGO DE PAPAYA CON NARANJA que bebí como si fuera un Juanito Caminante Blue Label & On the rocks. (Para comprender mi extasis, han de saber que en Argentina no hay papaya. Hay buenos plátanos, buenísimas uvas, manzanas, kiwis, etc. Pero papayas no hay. Yo no sé que pasó ahí.) Luego subí de vuelta a ver al papito alfonso. Al darse cuenta que era yo, la últimogenita, la menorcita, Laurita la rarita que no come carne, se quedó mudo. "Te dije que te iba a llegar una sorpresa por el día del padre no?" le dije sonriente. Y él, con toda la ternura del mundo me respondió: "Si hijita, pero yo pensé que me ibas a mandar uno de esos desayunitos ricos que se compran por internet".

Señores Todos: Cambio pasaje de retorno a Buenos Aires por porción completa de chicharrón, camote y salsa de cebolla. (Ya si completas con Café con Leche, Pan Calientito y unos Tamales, te regalo mi residencia argentina. Y sí, también salgo con cara de loco calato fumando pay en la foto del documento argentino)