Todo bien.

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Ando insoportable. :D :D :D

Ayer fue mi primer día de clases y olvidé llevar una frutita para mis profesores (Así me lo recomendaron los peritos en el arte del franeleo a los educadores). La clase transcurrió bien, hablamos mucho sobre psicología y resulta que casi todo el curso va a ser un paso por las corrientes del pensamiento humano, entonces en teoría todo debería transcurrir correctamente. (Por esto de que yo soy humana y, eventualmente, pienso)

Pero mis clases de pensamiento humando no me hacen andar insoportable. Lo que pasa es que, aunque fui a clases en colectivo… ME REGRESÉ EN EL SUBTE. :D

Ok, ok. No lo hice sola. Conocí un chico en la clase que me ayudó. Cuando terminamos la clase varios empezamos a caminar para la Av. Cabildo y bueno, este chico había escuchado que era de Perú (de hecho esto es una roca, porque en ningún momento dije que era de Perú ¿?) y bueno, empezamos a conversar sobre las existencialidades que nos habían llevado a estudiar creatividad. En esto, ya se iba aproximando el numerito 60 que me indica que debo detenerme para esperar el colectivo, y el chico me pregunta que subte tomo. Como tu Tía Lauris no se puede quedar callada, le contesté con toda la seguridad del caso que me tocaba tomar el SUBTE D y salir en FACULTAD DE MEDICINA. (Este speech lo digo tan bien! No sabes, me escuchas y parece que me llamo Laura SUBTE en lugar de Laura Zaferson). El chico me dice, “Bueno vamos, yo también tomo el D” y ahí me tocó confesar que todavía no había tomado la clase de práctica para ir en subte (pero reiteré que la teórica la habíamos pasado con honores). El chico me dijo que el tenía que bajar 2 paradas después de la mía y que el me podía indicar donde era que tenía que bajar. ACEPTE. Mientras bajábamos las escaleras eléctricas, La Mamita Olga que llevo dentro empezó a imaginar todas las múltiples formas de SERIAL KILLER que podía ser este chico y los miles de cortes de carne que existen en La Argentina. Cada vez que volteaba a verlo (porque a mi me han enseñado a ver a los ojos cuando hablo, así se trate de un serial killer, ok?) intentaba ver algún indicio que me marcara que el muchacho era bueno, que tenía 2 perros labradores a los que alimentaba con Eukanuba y que su abuelita está en papeleos para ser beatificada. PERO NO. El chico tenía una cicatriz en la ceja (que seguro se la hizo cayéndose de un árbol, pero en ese momento lo imaginé participando en algún tipo de revuelta carcelaria, neumáticos quemados y gatos a la parrilla incluidos). Cuando llegó mi parada me avisó gentilmente y se despidió diciendo: “Ves que no te pasó nada?”. Le agradecí y cuando iba subiendo la escalera para salir a la superficie, un niñito que estuvo haciendo malabares en el SUBTE me guiñó el ojo. Todo está bien Tía Lauris. :)