Mariposa Traicionera.

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Me había quedado pendiente contarles mis aventuras en Ezeiza cuando viajé de la manera más relampagueante a Lima. Mi amigo Carlitos me hizo el favor de llevarme al aeropuerto, pero primero hicimos una parada en casa de sus amorosísimos padres. Mientras Carlitos llevaba a su hijito a la clase de pintura, yo me quedé con los papás conversando de la vida (Suelo tener dulce con los padres de mis amistades, sospecho que mi suegros me querrán. Tranquila con la venta! JAJAJA). Y bueno, mates van y mates vienen, el papá de Carlitos me dice que no puede dejar que abandone su casa habiendo tomado únicamente mate. El señor insistía en que algo “más fuertecito” me tenía que invitar. Tentada a aceptar, pero a la vez preocupada por mi inminente viaje a tierras peruanas, le pedí que me invitara “una copita” de lo que tuviera en su bar. El papá de Carlitos, que es un encanto la verdad, abrió las puertitas de su bar y me sacó una botellita que, en su etiqueta, dejaba leer la palabra MARIPOSA. “Diablos, acá se jodió todo”, pensé (Otro amigo, me había contado sus aventuras con la famosa mariposa y bueno, el resultado fue, en sus propias palabras “Me salvé de amanecer con la mujer barbuda” JAJAJAJA). Obviamente, mi posicionamiento de lady absoluta me impedía mencionar las oscuras referencias que tenía del morocho brebaje, así que supuse que “una copita” no me iba a hacer nada. Acto seguido, ingurgité el líquido alcohólico y sentía como se me descongestionaba un poco la garganta. No me pareció feo. Hasta le sentí unas reminiscencias a nuestro peruanísimo anís del mono, aunque un poco más aguadito. Como me ha enseñado la Mamita Olga, agradecí encantada. Besos y Abrazos. Más besos y abrazos. Camino al aeropuerto y absolutamente paranoide, chupé un caramelito de café para anular cualquier vestigio de la mariposa en mi aliento. Entré a Ezeiza, hice el chequeo de mi pasaje raudamente (Acá hagamos un alto para comentar lo que me preguntó el brasilero del counter: “¿Tiene permiso para salir de la Argentina?”. “Hmmm. No sabía que lo necesitaba. Además, no pedí permiso para entrar, así que por qué tendría que pedir permiso para salir?”. “De acuerdo. Bueno Viaje”. ¿?). Retomemos. Terminé de hacer el chequeo y pretendía entrar al avión de inmediato, total, cual diva había llegado casi junto con el capitán (Yo soy así… DÉJAME!), pero me informaron que el vuelo estaba retrasado. Demonios! Opté por sentarme al ladito de un crowd de mochileros que tenían aspecto de haberse tomado una ducha por lo menos en la semana corriente. PARA QUE ME SENTÉ. De manera inmediata, como si mi cerebro hubiese dicho ME SUICIDO, se me vino el mundo abajo. En la sala de espera de GOL, pensaba en qué diría la Mamita Olga si supiera que su menor hija, Laura Zaferson, estaba sentada, borracha y con lentes oscuros (Es que son Armani pues. Jaja!), esperando el avión que la llevaría a la Republica del Perú. (Ejercicio Divertido: Retire “Laura Zaferson” y ponga “Kate Moss” y verá como la oración no pierde sentido! JAJA. Pobre Kate, ¿por qué eres así?). O sea, la sensación BOMBA MORTAL que tenía era horrible!! Y nada, primero pensé que la ebriedad era consecuencia de haber almorzado a la 1pm y haber tomado la famosa butterfly a las 6:30pm, entonces me acerqué a un café para comprar algo de comer, pero cuando vi que un sándwich caprese estaba 29 pesos se me quitó el hambre. A ese punto no podía más. Estaba claro que no iba poder subirme al avión de esa manera, con la sensación perenne de querer devolver. Soluciones Tía Lauris. Soluciones. Aventé mi maleta junto a las mochilas de los backpackers (que para ese rato, mis antenitas bricherín –incluso en bomba- habían detectado que se trataba de un grupo de irlandeses), y me fui al baño. Intenté. No pude. Intenté otra vez. Couldn’t do it. Como no funcionaba con el dedo ni la mano, estaba a punto de tratar de meterme la pierna a la boca para poder hacer que la fucking mariposa salga de mi organismo (Esto no es una exageración. Yo me puedo meter el pie a la boca. Hay fotos. Mis compañeras publicitarias las tienen). Pero bueno, al final con sangre, sudor y lágrimas (En realidad sólo sudor y lágrimas), la mariposa salió. Con los ojos rojos y la cara sonrojada, volví a la sala de espera. ¿Qué veo? Veo mi maletita siendo olfateada por un perrito de esos bien monos que buscan drogas en el aeropuerto. Instintivamente, me detuve. O sea, yo sabía que no tenía nada malo en la maleta pero, una chica peruana viajando sola, que dejó su maleta tirada y que acaba de salir del baño con aliento a trago, los ojos rojos y transpirada… Jajaja, aluciné una novela en la que me encerraban en un cuarto y yo gritaba que los 42 condones rellenos de clorhidrato de cocaína que me había tragado los había vomitado y se habían ido por el inodoro. Luego desperté de mi trance, me comí un tic tac y, 100% actitud, recogí mi maleta sonriente. El amigo policía anti-drogas no me dijo nada, aunque creo que pensó que estaba dura. JAJAJAJA. Se abrió el counter de GOL y empezamos a abordar. Y nada, son cosas que ocurren en Ezeiza. :)