Firma y Aclaración, por favor. (*)
Yo apoyo muchas causas. La primera, la causa limeña que es lo más sabroso que hay. Las demás, pues la verdad todas. O sea, tengo debilidad inexplicable por una persona que pide firmas en la calle. Digamos que he firmado planillones acerca de todo y sin reflexión alguna, lo que pasa es que a mí me da mucha ternura que alguien se pare en un cruce de avenida a pedirme que contribuya con una causa específica. En ese sentido, estoy segura de haber firmado para que saquen a los travestis de Bosques de Palermo y unas cuadras más adelante haber estampado mi firma por los derechos de los trabajadores trasvetidos a laborar en... Bosques de Palermo. Es más, siempre que hay elecciones y aparecen los escándalos por falsificación de planillones, no puedo sino sentir cierta responsabilidad pues mi rúbrica debe haber estado en más de una de esas hojitas. También es casi seguro que haya invalidado más de un petitorio cuando he firmado por causas exclusivas para argentinos, o cuando he anulado mi firma de una planilla debido al parloteo de la persona que sostiene el tablerito. O sea, a mi me enternece el acto de pedir una firma en la calle, pero me desespera que me "convenzan" para firmar, sobre todo cuando... ESTOY FIRMANDO. O sea, no pierdas tiempo conmigo, ya me tienes, lo que puedes hacer mientras yo firmo tranquila (y hago memoria para anotar mi número de documento en la hojita), es reclutar a otros ciudadanos que si necesitan escuchar el speech de venta para plasmar su garabatillo en el papel. Es como la gente que tiene que "degustar" todo en el supermercado (mi hermana Mónica es así), o sea, mientras yo compro, no pruebo nada... no sé, no me gusta, pero lo que también pasa es que nunca compro un producto del que se está haciendo degustación. O sea, es como todo lo contrario a la firma de planillones: Los activistas callejeros me inspiran ternura y las degustadoras con salchichas en una mano y vasitos de yogurt en la otra me dan tirria. La cosa es que el otro día caminaba bastante rápido por una avenida súper transitada y vi unas chicas pidiendo firmas, entonces lo que hice fue desacelerar para poder pasar al lado de ellas y que me pidieran el favor (Gran parte del placer de firmar un tablerito es que me pidan la firma, o sea, la ternura me aparece cuando viene la solicitud verbal, creo que nunca firmé nada sin que me lo hayan pedido. Creo que la verdad es que ME MUERO por firmar autógrafos y como nadie me los pide pues he encontrado un paliativo en el apoyo masivo y desmesurado a todas las causas que el papel aguante. En fin). Efectivamente una de las chicas se me acerca y le recibo el planillón con todo gusto. Mientras firmo, la niña nota mi entusiasmo (el firmar es un placer que exteriorizo bastante, pero siempre guardando la prestancia, como si en verdad se tratara de un autógrafo) y me pregunta si estoy interesada en llevarme una planilla en blanco para hacerla firmar por mis amigos y conocidos. AHÍ SE JODIÓ TODO. Los flashes, que dentro de la fantasía reventaban a mi alrededor se interrumpieron por un sonido de disco rayado. O sea, una cosa es firmar y firmar y otra cosa es ponerme a pedir firmas (El único autógrafo que pedí en la vida no fue para mí, sino para mi hermano. Y el único autógrafo que tuve en la vida, no lo pedí yo, sino que mi hermana lo pidió para mí pues ella pensó que a mí me encantaría tenerlo (?). El autógrafo de mi hermano era del "Chorri" Palacios y el que mi hermana me "regaló" era de Gisela Valcárcel. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA). Me tocó explicarle a la muchacha que yo no era argentina y que por ende no tenía GRAN cantidad de amistades porteñas sino que más bien foráneas igual que yo, y que, dado esto, le haría flaca ayuda si le recibía el planillón. Fue ahí cuando la cara de Miss Simpatía de la jovencita activista cambió drásticamente, como si se le hubieran roto los hilos rusos o el implante de botox se hubiera reventado. Acto seguido, me arranchó el tablerito de las manos, con saña, resquemor y CERO ACTIVISMO. Claramente, esto me causó más tirria de todo el Sindicato de Impulsadoras reunido, entonces me fui arrugando el volante que previamente me había entregado la ex-Miss-Hallmark-Spirit. Pasos más adelante busco un tacho de basura para botar el flyer (Agravios y todo, uno jamás debe perder la urbanidad compañeros), y al hacerlo leo con sorpresa la causa por la que firmé infelizmente: ¡NECESITAMOS 1000 FIRMAS PARA COMBATIR LA VIOLENCIA EN LAS CALLES!
(*) En la Argentina no sólo debe firmar sino que "aclarar" al lado. Es decir que luego del garabato va la escritura en letra imprenta del nombre. En mi caso es una redundancia, dado que mi firma es "Laura" y mi aclaración es "Laura". Cosas que Ocurren.