domingo, mayo 31, 2009

Not yet.

Uno puede dedicar su vida a tratar de conseguir algo o de acercarse a ello lo más posible (al escribir esta línea recuerdo a Todo sobre mi madre, la Agrado y la estupenda frase: una es más auténtica cuanto más se parezca lo que se ha soñado de sí misma). No creo en alcanzar la felicidad. Creo, sin embargo, en disfrutar su búsqueda. Si nos ponemos a analizar (y oh, cómo nos encanta hacerlo), lograr la felicidad es una gran desgracia. Una vez que la tienes, que dices he ahí mi felicidad... ¿qué haces luego? O sea, ya está. La felicidad está en tus manos. The end. ¡Terrible! Encuentro mayor placer en buscar, perseguir y crear para volver a buscar (digamos que si me dedicara a la cacería de liebres sería una gran ponedora de trampas, luego me ocultaría detrás de un arbolito a rezar ¡para que las pobres liebrecillas no caigan en ellas! jajaja). No sé, me parece que uno debería nutrirse de momentos felices y disfrutarlos al máximo más allá de su frugalidad.

Por ejemplo (medio escaso ponerse de ejemplo ¿no? espero que no vuelva a ocurrir), a mí me gusta estudiar. No tengo como meta tener un doctorado (aunque no significa que no vaya a tenerlo eventually), el punto es que, trato de disfrutar del hecho de estudiar por sí mismo y no de tomar “clases para…” y pensar que después de estudiar voy a ser mejor obligatoriamente. No creo que eso sea verdad. Yo vivo en un mundo rosado, soy idealista, creo en el duende que me cambia las cosas de lugar y estoy convencida de que los instantes felices son cosecha de la emoción con que los sembramos (Este es el planeta de la tía Lauris estudiante y ñoña; romántica e insalvable como Laurita de Carrusel. También existen otros planetas en mi galaxia, algunas veces chocan entre ellos y “hay problemas”).

Dicho esto… coordinadores de orientación vocacional… ¡contrátenme para sus charlas! (jajaja). No, en serio, en verdad no pienso que tenga un síndrome de peter pan y quiera estudiar forever para sentirme una cachorrita (ja, me dio cosita escribir ca-cho-rri-ta. jajaja, no sé por qué)… la cosa es que estaba conversando con el mayor de mis sobrinos, José Miguel, y me contaba que durante 1 semana no fue a estudiar porque suspendieron las clases en algunos colegios en Lima por los casos de gripe porcina que se habían presentado. Siguiendo la conversación, le digo que cuánta pena me da, que seguro que ahora tiene muchísimas tareas, y él, sorprendido, me pregunta que cómo se yo (que estoy vieja y arrugada y mi SLAM del colegio fue hecho en papiros) lo que son las tareas. Le cuento entonces que su tía Lauris hace tareas también. El niño no entiende nada. Imagino su expresión cariacontecida: mi tía es un asno (y encima viejo) que no ha terminado sus tareas del colegio aún. Entonces le explico que en la facultad me dejan tareas y que a mí me gusta mucho hacerlas y que si él ya sabe qué quiere ser de grande y que si quiere que le cuente qué hago yo porque de pronto le puede gustar y entonces los dos podemos hacer lo mismo y… mucho bla, bla, bla más. Yo estaba extasiada tratando de sembrar una emoción, de traspasar, por un ventanita de MSN, toda mi vocación por la chanconería. Y José Miguelito, precioso y honestísimo me cortó el speech vocacional para decir (en mayúsculas encima): ¿TíA, Tú TODAVíA SIGUES EN LA UNIVERSIDAD? ASU.

Creo que los coordinadores de orientación vocacional… no me me van a llamar. Gulp.



Posible paradero del Pezweon
------------------------------------------¿quién es este weón on? es el pezweón, pezweón. un pez con un par de testículos rosados que nace de la boca de todos. tú y tus amiguitos lo nombran cada vez que terminan una frase. no, nada. esto no quiere decir que no nade, sino que ¡¡¡no, “nada”!!! no tiene expresión alguna, le pueden pasar muchas cosas y siempre tendrá la misma cara. no sonríe, no llora, no nada, flota. ése es el pezweón, pezweón.

El pezweón llega a ustedes gracias a Carlos Banda y Andrea Tataje.
escríbeles a: elpezweon@gmail.com o visita la página del Pezweón en Facebook.

viernes, mayo 22, 2009

Última noción de Laura (*)

No me gusta etiquetar a la gente. Y no me refiero a Facebook y su aplicación de fotos (Además, no olvidar que, en Facebook, la que suscribe no etiqueta a nadie porque es una gran atorrante; lo que hace es colocarle tags a la gente; que no es lo mismo ¿vio? -Iba a poner capisci?, pero me entró la duda de si en italiano usan el signo de abrir interrogación, ergo me abstuve. Por otro lado -bastante lejano por cierto- caigo en cuenta de cuánto me gusta la frase la vendetta è un piatto che si mangia freddo y al tiempo me lleno de tristeza por mi inhabilidad para usarla; en realidad no soy vengativa y para colmo de males, prefiero la comida caliente. ¡En fin!).
Vamos de vuelta.
No me gusta etiquetar a la gente, me parece muy feo. Sin embargo, sería una mentira decir que no caigo en situaciones de esa naturaleza y sería otra jurar que no volverá a pasar. ¡Si clasificar a las personas está buenísimo! Alguna vez compartí en este querido blog un diccionario de la belleza masculina, prueba de que mi calidad de label-maker merece recibir la atención de cualquier estudiante de psicología clínica que necesite tema para su tesis. Ahora, tras años de concienzudo análisis, y habiendo estado soltera, de novia y de vacaciones (¿vieron que uno se aloca cuando está de vacaciones? vamos, no lo ocultes que tu mamá no lee este blog, you know you've been there. Un momento... MI MAMÁ lee este blog. JAJAJA), he determinado 3 etiquetas nuevas en el mundo del dating y todas van de pesado para abajo. Here we go.
  • El barroco: El dolor psicológico del hombre, en busca de anclajes sólidos, se puede encontrar en el arte barroco en general. El término "barroco" suele ser usado para subrayar el exceso de énfasis y abundancia en la decoración. ¿Cómo trasladamos esto a un hombre con el que estás saliendo? El flaco tiene issues con la madre (dolor psicológico) y, cual 2-mesino, necesita que estés pendientísima de él (anclaje sólido), le des 8 biberones por día y que ardas en aplausos ante el mínimo gugú tatá que le salga de la jeta (me en-can-ta la fonética del término jeta). Sorpresivamente, hay mujeres que gustan de este movimiento.
  • El rococó: Una de las características del estilo Rococó es sin duda la marcada diferencia entre el exterior y el interior. Mientras que por fuera veremos sencillez y simplicidad en los acabados, por dentro habrá un cambalache excesivo de fantasía y color. ¿El paralelo? Aunque este muchacho parece ser absolutamente normal; lamentablemente le patina la chirimoya como si la hubiésemos sumergido en betún de zapatos antes de lanzarla sobre el parquet. Mientras que por fuera logra un estilo que refleja algo agradable, refinado y sensual, por dentro (en su rococó cabecita) está erigiendo un composé desmesurado de planes para el futuro, de modelos de volvo, de alternativas de colegios para los chiquitines (entre tanto, la que suscribe, asustadísima, no ha logrado decidir si se pide una cerveza o un ácido muriático como primer cóctel de la noche). A las Susanitas les encaaaaaaaaaaaaaaanta este tipo de galán.
  • El churrigueresco: Se entendía por churrigueresca a cualquier arquitectura que poseyera un marcado movimiento y una abigarrada ornamentación. Aunque el churrigueresco nació en España, este tipo de hombre no es exclusivo del viejo continente. Todo indica que, junto con los conquistadores (Damn you, Cristóbal Colón), esta corriente, que en realidad es una forma reloaded del barroco, es decir, un tipo AÚN más pesado, viajó hasta América y, una noche de copas se apareó con los genes del macho latino y ahí se jodió todo. O sea, esta persona no sólo tiene issues con la mamá sino que también se guarda los de las novias anteriores. Además, no contento con 8 biberones por día y los aplausos por cada gugú tatá, cada vez que pueda te recordará que nació prematuro que está necesitado de afecto. Te llamará, mandará mensajes e e-mails, y luego te los volverá a mandar sólo para confirmar que habías rccibido los primeros. Awful things should happen to this people (and I want to watch).
Pero a mí no me gusta etiquetar a la gente.
(*) Título prestado del poema homónimo de Mario Benedetti.

domingo, mayo 17, 2009

Porque has venido a recoger tu imagen (*)

La Mamita Olga me ha pedido que me ponga seria respecto a mi vida. Me ha dicho que, si he decidido mudarme incansablemente a lo largo de mi existencia; está bien, pero que por lo menos tenga la bondad de deshacerme de las cosas que no uso para no tener que estar cargándolas de acá para allá. Algo de razón tiene (la que suscribe es incapaz de admitir que otra persona tenga enteramente la razón), pero on the flip side, me da pena clasificar mi cacharpas en algún criterio distinto a: lo uso, lo puedo usar o lo usaré. La verdad es que yo no me siento capaz de botar ropa o zapatos, pero la Mamita Olga me lo ha pedido y en alguna parte de la Biblia (Moisés, 40 días y 40 noches, el becerro de oro -did I ring the bell?) dice que hay que honrar a los padres (¿4to Mandamiento?), entonces yo hago de tripas, corazón (Punto aparte: ¿no debería ser "yo hago de corazón, tripas"? O sea, técnicamente, si uno va donde el carnicero y pide corazón... éste es más caro que comprar tripas, entonces, considero yo -que no como carne y no sé porque hablo de estas cosas- que hay un mayor sacrificio en usar corazón para hacer tripas que viceversa -but that's just me) y empiezo a clasificar mis ropas/zapatos con la meta de reducir mi equipaje y evitarme eventuales molestias en la ciática -como vaticina mi progenitora. Luego de varias horas, logro llenar 3 bolsas de ropa y zapatos totalmente usables (O sea, no estoy botando nada; mi plan es entregar todo a personas que sean más avispadas que yo y puedan darle uso a todas las cosas que vivían conmigo y que yo ya había olvidado -evil me). La más grande la dejo en el departamento anterior al actual; la nueva inquilina del depa -una portuguesa espigada y que entre su equipaje tiene una máquina de coser- me acepta tener la bolsa hasta que alguien toque la puerta pidiendo ropa. Las otras dos las tengo todavía donde vivo ahora. ¿Qué por qué las tengo aún? Pues porque -desde que las llené- no toca la puerta ni San Expedito (esto no tiene nada que ver con mi falta de amigos ¿ok?).
Como no me rindo en la lucha por hacer feliz a La Mamita Olga, asisto a la Misa de Domingo y hago atenta escucha a los avisos parroquiales, sólo para descubrir que los horarios para recepción de ayuda social están fuera de mis posibilidades. Vuelvo a casa, desolada. Repito la misma gestión cada fin de semana con la esperanza de que -por mí y nada más que por mí- abran un horario adicional para dejar las bolsitas; esto no ocurre. Pasa un mes y las bolsitas siguen en la sala de casa. Hoy domingo, soy partícipe de una epifanía. Haciendo zapping en la tele, llego al canal de la cámara de seguridad y veo que alguien está tocando los timbres y tiene varias bolsas al hombro. Luego, levanto el intercomunicador y llego a escuchar el pedido de ropa. No puedo creerlo y respondo gritando, eufórica
"Señoraaa, señoraaa... yo tengo ropaaaaaa". La señora no me escucha o no quiere escucharme o mi intercomunicador está malogrado. La señora se va. Yo creo que estas bolsas no me quieren dejar o tal vez sea esta una señal de que hay otras formas de hacer feliz a mi mamá.

(*) Fragmento de "Corazón coraza" , poema del imprescindible Mario Benedetti; reciente habitante de un lugar mejor. A Uruguay con cariño.

1era Aventura Coyuntural del Pezweon

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¿quién es este weón on? es el pezweón, pezweón. un pez con un par de testículos rosados que nace de la boca de todos. tú y tus amiguitos lo nombran cada vez que terminan una frase. no, nada. esto no quiere decir que no nade, sino que ¡¡¡no, “nada”!!! no tiene expresión alguna, le pueden pasar muchas cosas y siempre tendrá la misma cara. no sonríe, no llora, no nada, flota. ése es el pezweón, pezweón.


El pezweón llega a ustedes gracias a Carlos Banda y Andrea Tataje.
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lunes, mayo 11, 2009

No hay nadie en portería.

En Buenos Aires se usa mucho la frase “hacerse cargo”. Ésta se adapta a, creo yo, todo tipo de situación; o por lo menos es usada en absolutamente todo evento que uno se pueda imaginar. Si comí mucho el fin de semana y el lunes no me entra el pantalón... me hago cargo y no me quejo de una gordura que provoqué yo misma. Si le coqueteé a distancia a un muchacho en un bar y luego el susodicho viene to hit on me... me hago cargo y no me quejo si es que mi corta vista hizo que lo viera churro de lejos y en verdad no era tan agraciadito. Si a la hora de almuerzo todas las chicas hablan de que bueno estuvo el último capítulo de Grey’s Anatomy y un chico empieza a contar muchos detalles y otros hombres lo miran con cara de traición... él se hace cargo y dice orgulloso que es fanático de las series dirigidas a mujeres. Si es jueves a las 6pm y en el trabajo todos planean irse de after office y uno siente el sabor de la Stella Artois en la garganta –pero tiene que abstenerse porque toca leer para la clase de la noche- uno se hace cargo de las responsabilidades adquiridas y se sienta en la plaza a estudiar. Y así, y así.

Por el contrario, aquí nadie se hace cargo de las compras, ni de limpiar, ni de llamar por teléfono si hay una lista de personas para telefonear. “Hacerse cargo” es asumir la responsabilidad íntegra de algo, entonces, al hacerme cargo de las compras corro el riesgo de que la gente crea que yo voy a pagar por las compras... pero nadie tiene que pagarme después. ¿se entiende? Es mejor (o, digamos, más seguro para la economía) decir “Yo voy a comprar” o “Yo voy a hacer las compras”; pero, en ningún sentido es recomendable decir “Yo me hago cargo de comprar las cosas del asado”. No, no.

Es decir que, en Argentina, no es cosa graciosa la aparentemente inocente frase que viene siendo motivo de este largo párrafo cargado de espontáneas sandeces. ¿Por qué escribimos sobre esto? (O sea, escribimos, la abajo firmante y sus amigos imaginarios) Pues porque el conserje de mi edificio sencillamente no se hace cargo. El señor –a quién llamaremos Juan porque efectivamente se llama Juan y que el mundo lo sepa- tiene un listado de respuestas insólitas para cualquier cosa que uno –inquilino probo y con valores bien definidos- le pueda consultar.

Primero le pregunté los horarios para sacar la basura y me dijo que ÚNICAMENTE se podía sacar entre 6 y 7 de la noche y que si me pasaba de esa hora pues tenía que sacar las bolsas yo misma. ¡Mentira! El señor del departamento 5 B (que es mi amigo y me quiere) me dijo que se podía sacar la basura hasta las 8 de la noche y que si me pasaba de la hora la sacara a la mañana siguiente y que JUAN, EL CONSERJE pasaba a buscarla.

Ahora, si lo primero es incomprensible, esto segundo rebasa mis posibilidades de entendimiento. Resulta que el intercomunicador de mi departamento no suena; entonces voy donde Juan y le hago la consulta. No le digo: OYE JUAN, RATA DE ALCANTARILLA, ESCÚCHAME POR LA QUE TE PARIÓ. No, no. Le digo: ¡Hola Juan! ¡¿Cómo estás?! ¿Te puedo molestar con una preguntita? (O sea, los niveles de urbanidad y melcocha marcan rojo vívido y la Mamita Olga se llena de orgullo) y entonces le cuento que el timbre no suena, que qué raro ¿no? que qué crees que pueda estar pasando... ¿Y qué me contesta? ¡¿QUÉ ME DICE?!

-Mirá, a ustedes les pasa lo mismo que a los del 10 A... es que nadie los viene a ver che, ese timbre no lo toca nadie ¿viste? A los otros departamentos viene gente todo el tiempo, los visitan. A ustedes se ve que no los conoce nadie y por eso no viene
nadie a tocar el timbre ¿sabés? Lo que podés hacer es, cuando salís a la mañana
¿viste? podés pasar y
tocarte la puerta a vos misma ¿sabés? cosa que el timbre tiene un poco de uso ¿viste?

Absorta, eufórica e histérica (pero muy fina ¿eh?) le dije con ironía:

-Es eso o buscarme un par de amigos ¿no?

-Y sí, eso también podés hacer ¿sabés?

Yo este fin de semana ME HAGO CARGO y le compro balines a la pistola del colocho. Pero para demostrarle a Juan, El conserje el porqué de mi falta de amistades.

sábado, mayo 02, 2009

Chucrut de letras.

Mis hermanas solían (suelen) decirme que soy una atorrante porque, en la medida de mis posibilidades, me gusta mantener la pronunciación de determinadas palabras. En ese sentido, aunque de autos no sé nada, la que suscribe dice folkswagen, pe y renó. De esta boquita de caramelo (¡y qué caramelo eh! jaja) no sale volkswagen, peuyot ni renolt. No, no. ¿chinche? Absolutamente. Pero, ¿qué le hago? O sea, yo he dejado de comprar determinada marca de shampoo porque me estresa llamarle de formas diferentes dependiendo de con quien hable; en contraste, prefiero caminar a subirme en el renolt de cualquiera.
Lo que no entiendo es esto: nosotros -los peruanos- tenemos tendencia a comernos el final de las palabras (no de una manera, digamos, "caribeña" -melao, ogao, tumbao- ni tampoco "madrileña" -¡no me he cenao!-; sino más bien de menor notoriedad; así, en lugar de decir "ya pues" elegimos "ya pes" -o sus variantes: ya pe, ya pué, ya peh, ya pi; dependiendo de la zona donde uno se crió), y sin embargo, cuando se trata de una palabra a la que sí tenemos que borrar algunas letras... no, no, se las ponemos y las remarcamos con un entusiasmo que considero excesivo. ¿Por qué hacemos eso? No tengo idea pero es por esta situación que yo soy chinche y mis hermanas no.
Lo mismo pasa con la ciudad de Múnich. El bar del centro de Lima, pronunciado Miunich, no debería recordarnos a Alemania ni al Bayern de Múnich (que no es lo mismo que el Bayer Leverkusen, que sí debe su nombre al Laboratorio Bayer). O sea, dílo en español; Múnich (pronunciado ¡Múnich!) o dílo en alemán; München (pronunciado, más o menos, "mungen"). Por favor, amigo periodista, querido fanático futbolero, estimada viajera, encarecido conocedor del mundo y adorado know-it-all... ¡no digas miunich! (y menos miunish ¡horror!) porque a tu Tía Lauris le da urticaria. Ya peeeeeeeeeeeeeeeeeee. :-p

Pd. Respecto a la consigna del post anterior, la autora de este blog es, como varios acertaron, la torre bembona (Ver comparativo que se adjunta). Para reclamar sus besos, esperemos a que pase la gripe porcina y encantada (Aunque, para ser sincera, estoy evaluando optar por la política de prevención que han implantado en mi trabajo: "Está permitido el contacto físico entre trabajadores en tanto éstos se higienicen -antes y después- con alcohol en gel". O sea, si sos limpito, vení y nos sobamos ché. Woohoo!)