Una sobre magnitudes y línea blanca.
Partamos indicando que en mi casa hay 2 cocinas (a gas y eléctrica) y 2 refrigeradoras (la normal y la grande). Hace poco mi mamá compartió en la mesa del almuerzo sabatino que era momento de comprar una cocina nueva. Nadie se sorprendió (la cocina a gas de casa es "la cocina de recién casada" de la señora, es decir que el artefacto tiene más de 40 años). Anunciada la compra, se nos informó también que la cocina a gas vieja pasaría a manos de Leo (quien trabaja con nosotros hace muchos años).Tampoco hubo sorpresas sobre este punto (a algunos nos preocupó la pequeña fuga de gas que tiene la cocina, pero Leo dice que ese gas viene fugando hace años y que si no explotó hasta el día de hoy pues ella no puede ser tan salada de que justo le reviente ahorita. "Bueno", se le dijo). Comunicado el traspaso; la dueña de casa indicó que era propicia la ocasión para comprar una refrigeradora nueva. "Una de dos puertas", dijo. Sobre este punto sí surgió una curiosidad:
-"¿Para qué necesitamos 3 refrigeradoras?"; la misma que fue rápidamente esclarecida.
-"Está la refrigeradora normal, la grande y estará la nueva. La grande (que no es vieja sino que ya no mantiene la cadena de frío a cabalidad (?)) se le dará a Leo; la normal pasará al sector de la cocina propiamente dicha y la nueva quedará en el comedor de diario -donde actualmente viven la normal y la grande".
Nuestras caritas de todo-suena-tan-sencillo-cuando-lo-explica-mamá, fueron elocuentes. Este, por supuesto, fue sólo el primer tramo del camino.
Una vez comprados los 2 artefactos nuevos, mi madre se dio cuenta de que la cocina de gas nueva tenía que ir donde ahora está la cocina eléctrica (que casi no se usa y que se compró durante el 1er gobierno de Alan García debido a la escasez de gas de la época. Tomen mientras, compañeros búfalos). Para concretar esta mudanza era necesario romper el muro sobre el que está la actual cocina porque la nueva es de 6 hornallas y no entra en el espacio de una de 4 (no preguntes tonterías pues, hijita).
-"¿Y por qué no pones la cocina de gas nueva donde estaba la cocina de gas vieja?"
- "Porque ahí voy a poner la refrigeradora nueva" (no se pidió explicación del porqué de esa decisión).
Una vez roto el muro, se suscitó la siguiente epifanía: todos los reposteros están muy viejos y hay que cambiarlos. Remodelar los reposteros supone despegarlos de las paredes, lo cual implica retirar todas las cosas de adentro y convertir el primer piso de la casa en un bonito mercado de pulgas. Pero hagámoslo, qué más da.
¿Qué más da? Tener una cocina semidesnuda te permite verlo todo con mayor claridad, yo diría que hasta te aparece un tercer ojo muy parecido al de Thundera. Ocurre que los reposteros empotrados en la pared habían estado ocultando mayólicas percudidas y paredes descascaradas. 29 años de mi vida estuve desayunando en un muladar y el desayuno estaba tan rico que ni cuenta me di de que me lo estaban sirviendo en un jacal. Afuera baldosas y a lijar las paredes que la peste bubónica en cualquier momento nos visita. Una vez totalmente ultrajado el ambiente, quedó claro que el lavatorio no era el más indicado. Siempre quisimos un lavabo doble y las refrigeradoras, cocinas, reposteros y Alan García nos habían impedido expresarlo de manera apropiada. Entonces adiós lavatorio y ahí sí no quedó nada de nada en este ex-lugar-más-concurrido-del-hogar.
Actualmente la cocina de casa se parece bastante a la cabeza de un loco calato. Mi familia, albañiles, carpinteros, pintores y Óscar -el jardinero- ("...porque si vamos a estar de obra, de una vez aprovechemos para echar aserrín al jardín...") pululamos por la zona como piojos felices, saltimbanquiando entre mayólicas, viruta, caños y muestrarios de fórmica y trupán. No sabemos cuando terminará la refacción y tampoco sabemos si quedará bien. Lo único que está clarísimo es que mamá está entusiasmada con su proyecto de magnitud importante y eso se disfruta más que un rico caldo hecho con 2 papas y 1 cubito de carne.