viernes, noviembre 20, 2009

No lo toledo

Aunque hace un par de años que mi defecto favorito es ser desatinada, esta semana me he sentido con el ánimo de aceptarme como intolerante y quererme un poco más por ello (Igual, sigo pensando que para practicar el desatino de manera sostenida hay que poseer un toque de elegancia o, inventemos un término, caradurismo intenso <--- meaning: give me some credit). Y es que yo he vivido engañada mucho tiempo. O sea, yo miento, pero me cuesta mucho hacerlo y, cuando lo hago, es porque previamente he comprado mi mentira. Es decir que cuando me hallo ejercitando el oficio ladino de la falsedad, la realidad es que no considero que lo que digo sea mentira dado que yo me lo he creído previamente ¿me explico? (¿no? bah, como si alguna vez lo hubiese hecho)


¿Que por qué digo que mi vida ha sido un transitar de embustes y timos? Pues porque yo siempre pensé que era una mujer tolerante y lo cierto es que, aminorando las cosas, soy una tolerante selectiva (había elegido selectively tolerant pero luego pensé "no seas atorrante"). A ver: yo tolero las excentricidades de la gente y, siendo brutally honest -acá si me provocó la atorrantada- me llega si mi excentricidad no es tolerada. Pero qué pasa; mientras que me tienen sin cuidado las rarezas de grueso calibre -supongamos, una mortadela- me provocan salpullidos múltiples algunas particularidades bastante comunes -inventemos, un cabanosi. 


Por ejemplo 1: las personas que no saben usar el Lotus Notes. (Los lectores de este blog deberán tener asumido que el Lotus Notes es un castigo divino que algún heroinómano inventó en la cúspide de su séptimo año de vacas flacas. Es una desgracia que muchas empresas adoptan como correo electrónico de compañía y que, personalmente, me ha perseguido a lo largo de prácticamente toda mi carrera profesional). A ver, ¿por qué inventamos la opción "reply with attachments"? Acaso es para arruinarme la vida y hacer que explote mi casilla de correo con toda la gente que me reenvía lo que yo les envié previamente? ¿es que acaso esa alternativa ocasiona un placer orgásmico del que claramente no estoy participando? ¿eh? ¿EH?


Por ejemplo 2: que Thalía se filtre en los avisos que aparecen en este blog. Ehm, yo odio a Thalía. La detesto más que a Arjona y más que al olor de sobaco ajeno (convengamos que el propio jamás ha olido y ahora mismo deberían estar envidiando mi fascinante ph muy pero muy balanceado). Yo sé que existen formas de bloquear determinados avisos y bla, bla, bla. Pero mi desprecio por esta muchacha me impide invertir 1 segundo de mi vida en ponerme a obstruir que su publicidad aparezca en los alrededores de esta pequeña bitácora.


Conclusión: no me importa si te pintas el pelo de verde cocodrilo o si tu mascota es un mandril con dos penes. Pero si me vuelves a reenviar archivos adjuntos de 5mb o si tarareas "amarillo azul", yo te voy a hacer daño. Estás avisado. 

sábado, noviembre 14, 2009

No tiene talento pero irá a tu casa en navidad (*)

Cuando yo era chica la mamita Olga recurría mucho a parábolas para educar a mis hermanos y a mí, y además hizo lo propio con los muchísimos alumnos que pasaron por sus aulas (¿yo les había contado que mi mamá es profesora de primaria? Se retiró hace muchísimo, pero sé lo que les digo cuando afirmo que "una profesora nunca deja de ser profesora" -esto último tendrá muchas interpretaciones y todas serán verdaderas, así que cuidado con lo que interpretan. Jeje).  De todos los recursos bíblicos de la Mamita Olga agotó, sin duda el más utilizado fue el de la parábola de los talentos, que básicamente compara las capacidades innatas de cada persona con la cantidad de moneditas que un amo entrega a sus siervos (se me acaba de ocurrir que, si así lo quisiera, un ciervo podría ser siervo. O sea, si el venadito tomase un cursito de servicios, técnicamente... podría ser siervo ¿no? Think about it). 

Y bueno, mi mamá siempre sostuvo que nosotros, sus hijitos, teníamos talentos muy diferentes y que debíamos aprovecharlos y potenciarlos para ser cada día mejores personas.  No sé si mis hermanitos habrán procedido igual, pero luego de la repetición Nro. 500 de la consabida parábola, yo me hice una listita mental de los rubros en los que me consideraba de alguna manera talentosa. No está de más mencionar que, con el correr del tiempo, gasté varios lápices y tajadores -igualmente mentales- tachando actividades para las que ciertamente no tenía talento alguno (irónicamente, aquel tache y re-tache confirmó un talento que sí tengo: el de inventarme que tengo múltiples talentos).

Y nada, hay algunos que hacen deporte, otros que son capos en números, algunos muy iluminados para escribir y muchos con gran actitud para la venta. Por mi parte, creo que mi talento más logrado es saber hacer como pavo.




Los que acompañan este vídeo son obviamente 
personas que incentivan mis delirios de Dr. Doolittle. 
Ah, también sé hacer como loro 
pero eso ya lo dejamos para otra oportunidad.




(*) El título se obtiene del estribillo rumbero "No tiene talento pero es muy buenamoza" y el hit navideño "Ven a mi casa esta navidad".

sábado, noviembre 07, 2009

Help, I need somebody (not just anybody).

Hace ya buen tiempo acepté que sufro de una neurosis que procuro alimentar a ultranza para no perderla jamás. Esto no es un secreto y de hecho es de conocimiento de mi familiares -quienes no tuvieron otra opción que quererme porque los parientes no se eligen; de mis amistades -que aunque sí pudieron elegir tuvieron la encantadora torpeza de no darse cuenta de mis patologías; y por supuesto de los lectores de este blog -cuyo morbo para descubrir qué nuevo trastorno me ha surgido los obliga a volver y volver a Cosas que Ocurren. 


Ahora, que todos los sepan y que nadie mueva una hoja...(uso "hoja" porque, convengamos: ¿alguna vez alguien "movió un pelo"? ¿cierto que nadie lo hizo? bueno, dejemos de usar "frases hechas" que la verdad "nadie ha hecho" shall we?)


¿En qué íbamos? Ah, en que todos lo saben y que nadie mueve una hoja para evitarlo. Y bueno, la mayoría de las veces a mi me gusta esa ¿resignación? para conmigo y mis particularidades, pero cuando me descubro creando filtros absurdos para decidir qué opino de las personas, en verdad creo que alguien tiene que intervenir. 


Ejemplo 1:
El estado en el que el usuario mantiene el Desktop de su computadora.  Grafiquemos:

Desktop hermoso, perfectísimo, excitante.
Un YES absoluto.  (Claramente este es MI desktop)



Desktop terrible, inaceptable, causante de migrañas y pesadillas.
Un NO rotundo. (Encontré esta imagen en la WWW)

La cosa es así: 
Yo le presto plata a la persona cuyo Escritorio se acerque más a la primera gráfica. Los que tiren más a la segunda, por supuesto que pueden contarme sus problemas financieros, sin embargo, no recibirán de mí más que una cariñosa palmadita en la espalda. 


Ejemplo 2:
El nivel de actualización de sus perfiles laborales. O sea, no puede ser que seas Product Manager de Bebidas Isotónicas en Coca Cola y que en tu profile salga que acabas de completar tus prácticas pre-profesionales en la PYME de tu tío Kikín. No jodas pues. Si no tienes tiempo para poner al día tus datos, suspende tu perfil o ciérralo. Así también cancelarás tu suscripción al Hall de las vergüenzas. Qué odio me da.  


Ahora, aunque soy bastante estricta con estos filtros enajenados que me invento... en este caso (entiéndase "ejemplo 2") me toca ser benevolente a raíz de un incidente traumático que viví.  Ocurre que a pesar de mantener up to date mis perfiles, hace unos días me vi con la sorpresa de unas "ofertas" que llegaron a mi correo. Todas, faltaba más, bastante acorde a mi perfil profesional. Grafiquemos: 


La cosa es así: 
Si no me llaman de La Hoguera, le pongo todas mis fichas a Pequeñas Diosas. He dicho.