ta-TÉ-ti
Hagámoslo sin vaselina (pude haber escrito "Digámoslo sin asco" o "Vamos sin preámbulos", pero sospecho que la introducción que elegí me va a rebotar más búsquedas en Google. ¡Bien!).
Va de vuelta: yo me pregunto: ¿qué onda el té? O sea, en serio. Me fui del Perú apenas empezado el año 2007 y Dios es mi testigo de que nadie tomaba té en este país. De hecho, hasta hace poco se podía identificar sólo 2 tipos de bebedores típicos de té: el resfriado y el enfermo del estómago (En esta parte algunos se alzarán a decir "¿y qué pasa con los "té de tías"?". A ellos les digo que durante toda su vida, la Mamita Olga ha sido una ávida asistente a múltiples eventos que en su nombre llevaban la palabra "té": El té de las Damas de San Borja, El té de la Directiva del Club Huancayo, El té de las ex-alumnas de María Auxiliadora, El té de las esposas de los ex-alumnos del colegio militar, y un largo etcétera. Por años he observado a mi madre ir y venir de esas reuniones y créanme cuando les digo que ahí nadie toma té. Dejémonos de inventar por favor).
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Y bueno, convengamos que de 28 millones de peruanos, un porcentaje mínimo tiene anotado en su agenda "Té a las 5pm con fulanito".
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¿Pero qué pasó, entonces? En 2008 vine de visita corta y una amiga me sorprendió preguntándome si quería tomar té burbuja. De inmediato pensé que se trataba de alguna bebida gasificada y como no soy fanática de la gaseosa (a menos que venga mezclada con licor), pues decliné la invitación.
Luego de investigar un poco, recién este año probé el famoso bubble tea. Debo decir que fue una experiencia traumática en la cual tanto la garganta del amigo @uterope como la mía fueron brutalmente desvirgadas por una recatafila de pelotas de yuca (tapioca, mandioca, la misma vaina).
En conclusión: el té burbuja fue una experiencia para no repetir y nunca más atinada la expresión gringa de not my cup of tea.
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Lo único que tengo claro es que, luego de 3 años de desmesurada ingesta de teína por parte de los peruanos, debemos ser sin duda la población más estreñida del mundo (Sólo detrás de China e Inglaterra. Esos pobres nos llevan siglos de ventaja). Y nada, que Dios y el ex-lax nos ayuden.