Cuidadito con lo que le dices a los niños.

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Era un domingo de ramos -elecciones 2006- y Noelita a mi lado caminando por la Av. Las Artes. Mientras nos vamos acercando a la parroquia de mi cole, Noelia me pregunta por qué hay señoras en las esquinas vendiendo hojas de choclo. Yo le explico que no son hojas de choclo, que en realidad son palmas que las personas que van a la misa del domingo compran en conmemoración del domingo de ramos, que fue cuando Jesús llegó a Jerusalén y los pobladores del lugar lo recibieron con palmas para que el pase con su burrito por encima de ellas, y que esa es la forma en la que empieza la Semana Santa.
Tras un silencio corto -5 segundos es lo máximo que Noelita puede estar callada- mi sobrina y ahijadita me pregunta: "Tía Lauris, y por qué las señoras venden las hojas en lugar de vender los choclos? Ya se los comieron?". "No Noelita, no se los han comido, lo que pasa es que esas hojas parecen de choclo, pero no son de choclo. Lo que pasa es que son palmas que los pobladores..." y le repito el speech.
Nuevo silencio.
Nueva pregunta.
"Si las señoras no se han comido los choclos... quién se los ha comido? Los pobladores?".
Ya exhausta respondo que sí.
"Si mi reinita preciosa, los pobladores se comieron los choclos de Jesús".
Resuelto el tema, seguimos caminando y llegamos a casa.
Pasaron los feriados y Noelia vuelve a casa con una nota de la Miss en su journal, donde dice que la niña no participó de la clasecita de cocina. Sorprendida con el tema, mi hermana le pregunta a Noelia por qué no quiso cocinar con su salón y mi sobrina contesta: "Porque se estaban comiendo los choclos de Jesús! Diosito los va a castigar!"