Everybody in the SOUTH let me hear you say: OH! OH!
El argumento de muchas novelas gira alrededor de una gran mentira que se mantiene oculta por 150 capítulos o hasta que se van los auspiciadores y hay que terminar la historia sí o sí. En la mayoría de los casos, la mentira es sostenida por una persona mala que mantiene a una bella heroína alejada de un guapo héroe y, en la minoría de los casos, la novela acaba en que la mala se queda con el churro y ese sí es un final sorprendente –aunque con poco rating porque a las novela-lovers no les gusta ver cosas que realmente podrían pasar en la vida real.
Este preámbulo surgió en mi cabeza cuando la novela de mi vida llegó a su final (poco soprendente) hace unos días. Encontrábame muquiendo un platillo de mi creación y autoría (los comensales me dijeron que quedó muy rico, así que la redundancia es totalmente merecida) y charlando acerca de temas varios (tengo facilidad para hablar sobre absolutamente cualquier cosa; de lo que sé –casi nadie me pregunta sobre esto- de lo que no sé –y me invento todo lo que digo- y con mayor frecuencia sobre lo que NPI – “no poseo información“ o “ni puta idea“. Up to you); entonces, en pleno deguste aparece el tema del fanatismo extremo que algunas chicas tienen por diversos grupos musicales. Yo conté sobre mis hermanas y su locura juvenil por el grupo Menudo (que a mí también me gusta, no lo voy a negar) y sobre una de mis primas y su desvanecimiento total por los venezolanos Servando y Florentino (yo me sé algunas letras de Salserín, tampoco lo voy a negar). Luego, recordé que en algún momento de mi vida existió un grupo llamado MAGNETO. A mí me gustaba ese grupo, o sea, mi hermana tenía una foto de un tal Alex pegada en el espejo de su cuarto (que también era MI cuarto, pero de eso ella solía olvidarse) y yo junté las propinas que no me daban (de hecho, no tengo idea cómo conseguía dinero ¿?) y me compré una foto de un muchachito Carlos que luego de años volvió al Perú siendo solista y ya se llamaba Charlie (hizo algún tipo de crossover supongo).
Entonces, en la novela de mi vida, Magneto es “el héroe“ y la que suscribe es “la heroína“. ¿qué quién es “la mala“? Pues la sociedad. La sociedad de mente cochambrosa que permitió que por años yo cantara una canción de lo más inocente y que ahora -15 años después- se le ocurrió revelarme a través de una de las comensales de mi sabroso platillo inventado que “Al sur“ de Magneto es una apología a Sodoma y Gomorra, la pedofilia y quién sabe a qué más.
Yo, heroína de pura cepa, no podía creerlo y tuve que buscar la letra en internet. El resultado fue funesto y sonrojador:
Al sur
Recuerdo bien el patio de tu casa
mi sitio favorito el fin de semana
con la luz apagada
para ver las estrellas
hacia el sur
Tus jeans eran algo tan detestable
no permitían iniciar la batalla
echados en la hierba
me gustaba explorarte
hacia el sur
al sur
Hasta que un día nos pescó tu padre
y me corrió a golpes de tu vida
pocas veces nos vimos
yo emigré con los años
hacia el sur
al sur
Después del “Papá Noel no existe”, creo que esto es lo peor que me ha pasado.
Este preámbulo surgió en mi cabeza cuando la novela de mi vida llegó a su final (poco soprendente) hace unos días. Encontrábame muquiendo un platillo de mi creación y autoría (los comensales me dijeron que quedó muy rico, así que la redundancia es totalmente merecida) y charlando acerca de temas varios (tengo facilidad para hablar sobre absolutamente cualquier cosa; de lo que sé –casi nadie me pregunta sobre esto- de lo que no sé –y me invento todo lo que digo- y con mayor frecuencia sobre lo que NPI – “no poseo información“ o “ni puta idea“. Up to you); entonces, en pleno deguste aparece el tema del fanatismo extremo que algunas chicas tienen por diversos grupos musicales. Yo conté sobre mis hermanas y su locura juvenil por el grupo Menudo (que a mí también me gusta, no lo voy a negar) y sobre una de mis primas y su desvanecimiento total por los venezolanos Servando y Florentino (yo me sé algunas letras de Salserín, tampoco lo voy a negar). Luego, recordé que en algún momento de mi vida existió un grupo llamado MAGNETO. A mí me gustaba ese grupo, o sea, mi hermana tenía una foto de un tal Alex pegada en el espejo de su cuarto (que también era MI cuarto, pero de eso ella solía olvidarse) y yo junté las propinas que no me daban (de hecho, no tengo idea cómo conseguía dinero ¿?) y me compré una foto de un muchachito Carlos que luego de años volvió al Perú siendo solista y ya se llamaba Charlie (hizo algún tipo de crossover supongo).
Entonces, en la novela de mi vida, Magneto es “el héroe“ y la que suscribe es “la heroína“. ¿qué quién es “la mala“? Pues la sociedad. La sociedad de mente cochambrosa que permitió que por años yo cantara una canción de lo más inocente y que ahora -15 años después- se le ocurrió revelarme a través de una de las comensales de mi sabroso platillo inventado que “Al sur“ de Magneto es una apología a Sodoma y Gomorra, la pedofilia y quién sabe a qué más.
Yo, heroína de pura cepa, no podía creerlo y tuve que buscar la letra en internet. El resultado fue funesto y sonrojador:
Al sur
Recuerdo bien el patio de tu casa
mi sitio favorito el fin de semana
con la luz apagada
para ver las estrellas
hacia el sur
Tus jeans eran algo tan detestable
no permitían iniciar la batalla
echados en la hierba
me gustaba explorarte
hacia el sur
al sur
Hasta que un día nos pescó tu padre
y me corrió a golpes de tu vida
pocas veces nos vimos
yo emigré con los años
hacia el sur
al sur
Después del “Papá Noel no existe”, creo que esto es lo peor que me ha pasado.