jueves, agosto 27, 2009

When you are old and grey (*)

Convengamos que no soy la mujer más tecnológica que hay. En realidad, creo que ninguna persona de mi entorno familiar es precisamente amante de la novedad en cuanto a lo que gadgets se refiere; digamos que somos una vintage family devota de los clásicos (también podríamos decir que todo portador del gen Zaferson -natural o adquirido, la mamita Olga no se salva- carece de capacidad alguna para entender esas cosas locas tipo los blackberries -a menos que éstos formen parte de un cheesecake- o los celulares con personalidad múltiple que se creen cámaras, radios, equipos de sonido o grabadoras -en mi opinión deberían abrirles un galpón especial en el Hideyo Noguchi; pero ¿para qué aceptar la realidad si es mucho más cool llamarnos vintage family?).

Sin embargo, qué pasa cuando una noche, antes de irte a dormir, te miras en el espejo del baño y descubres que tienes un asomo de cana? (O sea, no una "cana-cana" sino que un pelito de 5 cm de largo que no es blanco ni gris sino que más bien color cobre. Como yo tengo el pelo marrón, opino que aquella hilacha loca era una cana wannabe. Es eso o estoy empezando a volverme rubia a razón de un pelo cada 28 años). Lo que pasa en estos casos es que, para contrarrestar la inminencia de tu vejez, debes hacer algo loco e inesperado, algo que jamás pensaste que serías capaz de concretar. En mi caso: abrir una cuenta en twitter. Inmediatamente me sentí lozana y reluciente.
En la barra del costado de este su seguro servidor blog pueden encontrar "la vaina" que puse para que "me sigan" (a propósito, ¿nadie siente "cosita" de que "lo sigan"? Yo creo que algún palteado debe haber ¿no?)

Ahora, una vez que ya eres joven de vuelta (porque tienes Twitter) y que ese pelo cobrizo fue arrancado de tu cabeza (¿cómo lo iba a medir si no?), ¿de cuál pepa tienes que tomar para asimilar que a un piojo de 8 años le va mejor que a ti en ¿Qué dicen de mí? de Facebook?


En mi caso, realizo vídeos calientes y los subo a YOUTUBE.





Es lo que hay, che.

(*) El título me lo prestó W.B. Yeast. O mejor dicho, lo robé de su hermoso poema.

miércoles, agosto 19, 2009

Tócame y no me mires. (*)

Me disgusta la gente que mira con insistencia. No tengo nada en contra de los que son observadores, curiosos, casi desnudadores de los objetos -yo soy un poco así- pero sí me desespera que alguien me mire por mucho rato, más aún si me recorre con los ojos. Esto es indiferente al sexo de la persona o a sus intenciones; puede ser un hombre salivante, una mujer de ojos muy grandes y que, claramente aburrida, se detiene a mirar todo lo que tienes encima; un niño con mocos o un perro que ladra. Estos seres me perturban y no quiero que me miren.

En verdad sé que no soy importante para ellos y que, con el aleteo de una mosca o al crujido de una puerta, dejarán de observarme y pasaré a formar parte del pretérito de sus vidas. Sin embargo, mi debilidad por las teorías conspirativas hace que siempre que encuentro a alguien dándome un vistazo me pongo a pensar en qué estará pensando ese mirón. Lo terrible de esto es que todas las veces creo que mis veedores organizan sus cabezas con pensamientos malignos provocados por mí (¡vamos ahí con la autoestima!):

  • Si es el hombre con salivas colgando de la jeta, seguro que me quiere hacer algo este depravado y chapucero que... oh, ya dejó de mirarme (A propósito, algún caballerito me cuenta si por lo menos una vez escucharon de alguien en el mundo entero al cual le funcionó la súper estrategia de conquista de "la tocadita de clacson"? O sea, en serio, ¿cuál es el propósito de eso? ¿Que la chica se arranque la ropa en la calle y se meta por la ventana al auto del tipo a decirle "¿por qué tardaste tanto en presionar esa bocina, amor?" Me cuentan, pls).
  • Si es la mujer aburrida y de ojos grandes, seguro que ahorita me va a pegar (¡Sí! muchas veces fantaseo con la idea de que algún extraño me golpee en la calle. Más allá de las consecuencias evidentes, no podemos negar que aquello sería después una gran anécdota). Luego, la fémina pasa a chismear a otra persona cuando cae en cuenta que: sí, estoy en un bad hair day, o sí, uso un sombrero "años 20" en la actualidad. (Consultita: ¿cómo se dice en qué años estamos ahora? Ah, y otra cosa sobre el siglo pasado, ¿se han dado cuenta que nadie habla de los "años 10"? ¿Es que acaso no pasó nada ahí o qué? ¿eh? ¿EH?)
  • Si es el niño de colgajos verdes en las narices, seguro que ahora mismo se para y me embarra de mocos (la que suscribe es una contundente productora de mucosidades y sabe reconocer a distancia cuando una persona es, virtualmente, un container de éstas). Y, cuando creo que debo abrirme paso entre la gente para escapar de tal catarata insufrible donde el niño aquel me va a embadurnar la vida dejándome pegados al pecho hasta el tabique y los cornetes... el adulto responsable de la criatura procede a higienizar al mozalbete.
  • Si es el perro que ladra, no creo que me vaya a morder (eso lo piensa cualquiera, dénme algo de crédito), sino que me está tratando de decir algo. Algo como "arff, atenta que más adelante alguien sí te va a morder, arff" (Acá notemos 2 detalles: en mi cabeza, los perros son adivinos y además no dicen guau, guau sino que arff, arff. O sea, son perro súper pro, ¿vio?). Acto seguido el perrito levanta la patita y hace pipí (para el baño de florecimiento de algún otro cliente, sospecho).
Y ya lo sabes, no me mires que me gasto. O sea sí, veme, pero no me ojees. ¿ya?

(*) Travesura lingüística en reversa del popular dicho: "Mírame y no me toques".

2da aventura del pezweon - 2da temporada
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¿quién es este weón on? es el pezweón, pezweón. un pez con un par de testículos rosados que nace de la boca de todos. tú y tus amiguitos lo nombran cada vez que terminan una frase. no, nada. esto no quiere decir que no nade, sino que ¡¡¡no, “nada”!!! no tiene expresión alguna, le pueden pasar muchas cosas y siempre tendrá la misma cara. no sonríe, no llora, no nada, flota. ése es el pezweón, pezweón.

martes, agosto 11, 2009

Girls just wanna have fun!

Dado que vengo de una familia mayoritariamente femenina, no es sorprendente que los temas inherentes a las señoritas hayan sido jamás motivo de susurro entre las paredes de casa. Estoy segura que mi pobre hermano supo antes que cualquier otro macho contemporáneo de su clase todos los beneficios y propiedades de una toalla higiénica, y también el por qué es más conveniente comprar protectores diarios por paquetes de varias docenas que pensar que se ahorra al adquirir pequeñas bolsitas de 10 unidades o menos (convengamos que para una chica, los protectores diarios son como el chocolate… no importa en qué momento de tu vida te encuentres, siempre, siempre, siempre pensarás que no está de más comprar un poco más de eso).

Está claro entonces que de alitas, súper absorbencias y formas anatómicas, en la familia no tenemos más para aprender. Mundo aparte son, sin embargo, los tampones. Creo que nadie en mi entorno familiar los usa –y esta es una innecesaria infidencia, o mejor dicho una infundada afirmación- salvo por supuesto yo, que desde cuna –o mejor dicho desde panza… bah, para ser justos desde óvulo fecundado- soy incomprensiblemente hábil para dar la contra. Todo empezó un día que viajé a Estados Unidos y observé con sorpresa como las opciones de toallas higiénicas eran bastante menores a la gama de alternativas que ofrecía la góndola de tampones. Además, debo confesar que el supermercado al que fui –Publix, para los amantes del detalle- no tenía una marca blanca de toallas higiénicas y sí una de tampones (es decir, no había “Toallitas Publix” y sí “Tampones Publix”. A todo esto, estimados futuros estudiantes viajeros; loquitos “me lo pago todo porque soy lo máximo”… las marcas blancas de los supermercados les salvarán la vida –los ahorros, en realidad- o sea que, si están a punto de emprender un viaje de estudios que solventarán ustedes mismos, get ready and funky para el “tallarín Publix con salsa de tomate Publix acompañados de queso Publix y refresco Publix. De postre: flan Publix. ¡Provecho! y, si no saben cocinar, luego se toman una sal de frutas Publix ¿ya?).

Y nada, de esta aventura tamponera que les comparto hace ya más de seis años y, la verdad, durante todo este tiempo nunca he sentido la necesidad o el antojo de volver a las toallitas a pesar de qué tanto en Lima como en Buenos Aires la oferta de aquellos accesorios femeninos es vasta, copiosa y, volvamos a sincerarnos, bastante más barata que la otra alternativa. Sin embargo (¡y es que siempre hay un however en mi vida!), el otro día fui a una farmacia y quedé indignada con la única posibilidad de tampones que encontré, más aún porque la marca era propia del establecimiento, sólo que ellos –que son oh, muy hábiles- en lugar de ponerle a su producto “Tampones Farmacity“, eligieron el nombrecito “Tampones Enjoy“.

Yo me pregunto:
¿Cómo alguien puede ser tan desquiciado de bautizar como ENJOY a una caja de tampones? O sea, ¿¡enjoy qué?! Perdónenme el juicio, pero esto tiene que haber sido obra de un hombre. ¿Qué sigue después de esto? ¿Ácido muriático Pleasure? ¿Aguarrás Delightful? Hablando en serio, la gente de Farmacity tiene que dejar de tomarse pepas antidepresivas antes de elegir los nombres de sus productos, caray.


Pd. ¿¡ENJOY?!



1era aventura del pezweon - 2da temporada
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¿quién es este weón on? es el pezweón, pezweón. un pez con un par de testículos rosados que nace de la boca de todos. tú y tus amiguitos lo nombran cada vez que terminan una frase. no, nada. esto no quiere decir que no nade, sino que ¡¡¡no, “nada”!!! no tiene expresión alguna, le pueden pasar muchas cosas y siempre tendrá la misma cara. no sonríe, no llora, no nada, flota. ése es el pezweón, pezweón.

jueves, agosto 06, 2009

Para dormir conmigo.

Cuando creo que nada más podrá sorprenderme, ocurre un hecho insólito en mi vida –o en los alrededores de ella- que me abofetea con soberbia por ser tan soberbia. Un día, cuando el mes de mayo todavía no había llegado a cumplir un tercio de si, fui a una casa de cambio a comprar euros (¿soy la única que se siente súper especial por ahorrar euros en lugar de dólares? ¡Cuidado! Stupidity is contagious).


Aquella compra no se pudo concretar ya que la avispada señorita encargada de efectuar el trueque monetario, con una agudeza puntiaguda de la que claramente yo carezco, notó que mi residencia temporal en la República Argentina había vencido el día ocho de mayo de dos mil nueve. Lógicamente, me negué a creer que tal cosa fuera posible dado que apenas unos pocos meses antes había yo parido -con ayuda de los fórceps más impensados- el Documento Nacional de Identidad de esta patria que no es mía pero que me permite celebrar sus feriados con mucho cariño. Además, para la mirada atónita de la correctísima dama que se mantenía firme en su negativa de aceptar mi invitación a formar parte de la empresa delictiva que involucra cambiarle plata a una incrédula foránea de documento vencido, sostuve que la vida no podía ser tan malparida de hacer que se me acabara la residencia un día antes de que a mí se me ocurriera ir a cambiar los faquin yuros de cada mes.


Salí de la casa de cambio con la misma plata con la que entré pero además sintiendo que tenía un par de ratablancas -de mecha prendida y a punto de explotar- metidas en cada una de mis orejas. Llamé por teléfono a renaper (reniec) y me dijeron que me atenderían en persona a partir de las 18hs. Fui. Esperé 1 hora y me dijeron que el problema se resolvería fácilmente y que yo únicamente debía sacar una cita para dentro de 1 año (Si fácilmente es 1 año ¿qué demonios es difícilmente?). No recuerdo bien, pero creo que una de las ratablancas de mi cabeza hizo kaboom porque se me acercó un efectivo del orden a –como dicen por estos lares- contenerme (¡como si uno fuera un pedo!). A este hombre le expliqué lo inverosímil de mi situación y me dijo que al haber pasado sólo un día del vencimiento de mi residencia temporal se podía hacer un excepción y me explicó el camino rápido.


Es agosto y aún no he dejado de ser ilegal (aunque admito que ahora estoy menos al borde de la ley que antes porque sólo me falta UN SELLO para convertirme en residente permanente oficial). Sin embargo, este no es el hecho insólito que me abofeteó con soberbia por ser tan soberbia (¿conoces a alguien más que se tome un post entero para no contar lo que dijo que iba a contar? ¡JA!). Lo que me dejó sin palabras el día de ayer y que hizo que no me quedara más que reírme sentada en medio de un mar de gente tan o más ilegal que yo fue que mi cochabambino vecino de banca, cansado de esperar desde las 6am, aburrido de vivir un secuestro en forma de trámite documentario y sedado por el humor espeso de tan atestada casona vieja, me dijo "permisito, mamita", se sacó las chancletas y se tiró a dormir... apoyado en mí.


Después de esto, me queda claro que nunca dejaré de quedarme speechless in Baires.

domingo, agosto 02, 2009

ándate a bañar, oye.

Convengamos que ducharse es un placer. Aquel que piense negativamente sobre el momento festivo que involucra agua y jabón recorriendo el cuerpo tiene dificultades y debe conversar con sus padres (sólo están excusados los jóvenes en pleno brote hormonal ya que está científicamente comprobado que éstos pasan por un período de asquerosidad que únicamente se cura cuando dejan de ver "las rodillas raspadas de la pesada de al lado" y empiezan a ver "el buen par de piernas de su vecinita" –hablo de los púberes, no de los eternos onanistas que deberían vivir en los puntos de acopio de los parques dado que son un costal de paja con patas).

Si dormir no fuera mi actividad favorita de la semana, cada mañana tomaría una ducha de 2 horas o hasta que se me arruguen los dedos o hasta que el baño quede tan pero tan blanco por el vapor que parezca que éste no es tal cosa sino leche pura y sabrosa. Pero, como dormir es mi actividad favorita de la semana y toda mi vida he compartido el baño con alguien más, de lunes a viernes me baño en 10 minutos (pero me visto como en 45, ni yo misma lo comprendo) y los fines de semana si ejercito mi derecho a remojar las carnes hasta que mis toallas se mojan solas por el nivel de humedad que se forma en el pipiroom. Ahora, tanto en mis duchas cotidianas como en las extraordinarias sigo una misma rutina:

Abro la llave del agua y me quito la ropa mientras ésta se calienta –no la ropa ni la blogger sino el agua, el agua es la que se calienta, a ver, concentrémonos (dato importante: la posibilidad de entrar a la tina y dejar que me caiga agua fría encima me aterra más que conseguir trabajo en Camboya bordando el nombre de Thalía en cada una de las apestosas prendas de su más apestosa línea de ropa. Sí, odio a Thalía y no, no tengo un motivo). Entro a la ducha y me mojo (en este punto empiezan a caer de mi cabeza varios "ganchitos negros" que por algún motivo se esconden y nunca logro encontrar cuando "busco ganchitos negros en mi cabeza"). Me echo shampoo y mientras "actúa", tomo un poco de "gotas de belleza con aroma a chocolate" (esto lo hacemos Araceli Gonzáles y yo), las pongo en mi esponja rosada en forma de pescadito (dudo que Araceli haga esto) y me aseo como me enseñó la Mamita Olga. El shampoo actuó. Me enjuago la cabeza, aplico el reacondicionador y mientras "actúa“ repito el proceso del chocolate, Araceli y el pescadito (nota curiosa: el colocho también tiene una esponja en forma de pescadito –pero la de él es verde- y, cada vez que entro a bañarme despues de él, encuentro a su esponja y a la mía en posiciones poco bíblicas por decir lo menos. Al colocho esto le parece "gracioso". Un día, intenté seguir la broma y para lo único que me dio el cerebro fue para formar el signo Piscis con los dos pescaditos. O sea, a la Rampolla no le quito la chamba pero ni a golpes). El acondicionador actuó. Enjuago, verifico no tener jabón en ningún lado de mi ser, cierro la llave, me seco dentro de la ducha (porque no es de prestancia hacer charquitos de agua en el baño, ¿vio?) y salgo a vestirme.

Mucha gente debe hacer más o menos lo mismo. El tema es que el otro día, conversando con vino y quesito (grandes amigos, ¡eh!) noté que mis interlocutores se sorprendieron un poco cuando conté que yo me duchaba de espaldas a la regadera (¿que por qué le cuento a la gente qué hago en la ducha? no tengo ni idea, supongo que le tengo pavor al silencio, qué se yo). En esa misma conversación, hubo gente que confesó “abrir la boca de rato en rato para tomar agua” –y luego se sorprenden de que el perro beba agua del inodoro- y otra gente que dijo bañarse “de costado, pero nunca de frente o de espaldas”. Por si fuera poco, hoy el colocho aludiendo a esa conversación, me dijo: “Me he dado cuenta que yo me baño siempre mirando para la cortina” (¿?). Y nada, por esto y muchas cosas más, me resisto a aceptar que por no mirar cómo cae el agua de la ducha, soy rara.

Y ustedes, ¿cómo se bañan?