martes, febrero 24, 2009

Chisme, chusma y run run (I ain't no gossip girl)

Cuando era chica, una niñita de mi cole pensaba que yo era chismosa. Nunca me ocupé con suficiente enfásis de corregir ese pensamiento, lo cual, de alguna forma, contribuyó a que el rumorcillo no fuera más que eso: el tufillo oxidado de una niñita desocupada. Lo cierto es que, dado que mis niveles de morbosidad están calibrados correctamente, estoy interesada en el acontecer nacional, internacional y sobre todo en el que se deja oler por los pasillos de mis redes sociales más directas. Sin embargo, me ocurre una cosa curiosa: No tengo avidez alguna por chismear. O sea, no es que no me hierva la sangre por enterarme de la última -como digo, el afinamiento a mi morbo está al día- lo que me sucede es que una vez que estoy en poder de la información que antes ignoraba, pues no me entusiasma la idea del spread the word. Soy egoísta (o quizás el perro del hortelano de la chismografía) y no cuento lo que me contaron. No sé el porqué. A veces pienso que ser tan desabrida para el chisme es lo que me causa las miradas desaprobatorias de mis congéneres en peluquerías, salas de espera, colas, etc, etc. Lo que sí nunca me había pasado era ser satanizada por no contar con información calientita para divulgar... hasta ahora.

El subte estaba interrumpido y me tocó volver en colectivo del trabajo. Mientras la mayoría de gente reniega con estas cosas, yo celebro mis paseos en omnibús porque me dan oportunidad de leer con mayor comodidad o, en todo caso, mirar por la ventana y ver a las personas realizar las tareas más diversas. Y nada, faltando 10 cuadras para la parada en la que tenía que bajar, decido descender del colectivo y caminar (era un bonito día). Al cruzar la calle, veo cómo una señora mayor se tropieza para luego caer en la vereda frente a la mía y, lógicamente, cruzo para ayudarla a ponerse de pie. La levanto. Me agradece. Le consulto si está bien y si quiere que llamemos a alguien. Me dice que no, que gracias y complacida (pero tembleque) sigue su camino. Yo hago lo mismo. De pronto, otra señora -que empujaba un cochecito en el cual llevaba a un ¿perrito? con un peinado de dos colitas (?)- me pregunta qué pasó. Escuetamente, le digo: "La señora se tropezó y la ayudé a pararse". "¿Pero qué le pasó? ¿cómo se cayó?" insistió la mujer. "No sé cómo fue señora. Yo sólo vi que se cayó y la ayudé a levantarse" le dije. "¡Pero qué desidia la de los jóvenes!" replicó la enjuta dama y yo no dije nada porque ultimamente me estoy topando en las calles con demasiada gente desconocida que me tiene horas enfrascada en conversaciones interminables. Y seguí caminando, pensando en por qué la gente siempre quiere saber lo que le pasa al resto. Luego, mi pensamiento migró a analizar si en verdad era yo un ser indiferente al dolor ajeno y si sólo me contentaba con cumplir mi cuota de civismo levantando del piso a 10 ancianos por año y ya (Esta cifra podría subir a 15 si continúan las lluvias en Buenos Aires). O sea, se me arruinó la caminata. Maldito el subte averiado y malditas las señoras que le hacen peinados de humano a sus mascotas. Pero sobre todo, malditos mis pasadores porque en plena introspección personal -castigo divino o imbecilidad humana- me caí.

Vigésimo Cuarta Aventura del Pezweón
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quién es este weon on?
es el pezweon, pezweon
un pez con un par de testículos rosados que nace de la boca de todos
tú y tus amiguitos lo nombran cada vez que terminan una frase
no, nada. Esto no quiere decir que no nade, sino que no “nada”!¡¡
no tiene expresión alguna
le pueden pasar muchas cosas y siempre tendrá la misma cara
no sonríe
no llora
no nada
flota
ése es el pezweon, pezweon


el pezweon llega a ustedes gracias a Carlos Banda y Andrea Tataje.
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viernes, febrero 20, 2009

Potato, patata y papa deshidratada.

Es curioso como determinadas cosas se llaman distinto en diferentes realidades. Como millones de personas nombran de una forma a algo y otros tantos millones le dicen de otra manera, porque sí. Este no es un escrito que continúa la polución mental que fue el análisis de “orejita de chancho / palmerita / corazoncito”. No, no. Este texto quiere hablar (pero no puede ¡ja!) sobre ¿qué tiene que hacer uno cuando un producto le fue presentado como PANTENE (pronunciado PANTENE), pero luego, por viajes y huachafadas varias empezó a llamarle PANTENE (léase PANTIN) y, por otros viajes y más huachafadas se dio cuenta que hay miles de cientos de personas que le llaman PANTENE (pronúnciese PANTÉN)? ¿Cómo le decimos al fin? ¿Pantene, pantín o pantén? Este cuestionamiento no es del mismo calibre que decir Halls (jals) o Halls (jols), porque –créanme- en todas partes se dice Halls (jols) y nosotros –los peruanos- somos los únicos –esto no es un ego trip, en verdad somos los únicos- que decimos Halls (jals) y eso me encanta. Me gusta decir Halls (jals) y antes de decir Halls (jols) me compro un Trident (traident). Ahora, con el shampoo es diferente. ¿Qué es lo políticamente correcto? ¿Dónde fueres has lo que vieres? ¿En Miami pido Pantín, en Baires compro Pantén y en Lima uso Pantene? Qué flojera. Todo este desperdicio neuronal viene a cuento porque me puse a evaluar la posibilidad de cambiar de shampoo porque en los supermercados hay poco stock de la fragancia que me gusta. A ver, voy a elaborar sobre este punto. Yo uso shampoo y reacondicionador marca “Suave” con aroma a “Vainilla y Canela”. El tema es que nunca encuentro los dos productos del mismo olor, entonces me toca comprar “algo parecido” como “Coco y Leche” con resultados funestos para mi cabellera pues, no hay que ser chef graduado para elucubrar que mezclando vainilla, canela, coco y leche, el resultado será un pelo que huela a mazamorra de chuño. Awful, awful, awful. Y nada, estos son los motivos de stress en mi vida por el momento. Creo que con este calibre de problemas, Tyra Banks finalmente empezará a devolverme los e-mails que le mando para ser panelista del Americas’ Next Top Model. Woohoo! (?)


Vigésimo Tercera Aventura del Pezweón
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quién es este weon on?
es el pezweon, pezweon
un pez con un par de testículos rosados que nace de la boca de todos
tú y tus amiguitos lo nombran cada vez que terminan una frase
no, nada. Esto no quiere decir que no nade, sino que no “nada”!¡¡
no tiene expresión alguna
le pueden pasar muchas cosas y siempre tendrá la misma cara
no sonríe
no llora
no nada
flota
ése es el pezweon, pezweon


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jueves, febrero 12, 2009

La tos de un señor argentino (*)

Pocas veces hago uso sincero de la expresión salud tras el estornudo de algún propio o ajeno. Aunque no pierdo la oportunidad de regalar saludes a cuanta persona vea que esté expulsando aire con violencia de sus pulmones, la verdad no deseo que ninguna de ellas se sane. No se trata de que espero una vida llena de enfermedades y dolor para los estornudadores del mundo, sino que decir aquella palabra es más un acto reflejo que un anhelo real. Es más, nunca he entendido porque decimos salud tras un estornudo y no después de una tos. O por qué no le deseamos salud a una persona internada en la clínica por apendicitis (bueno, sí se lo desearíamos si, en medio de la visita que le estamos haciendo, áquella -de pronto y sorpresivamente- estornudara). ¿Por qué lo hacemos así? Pues porque así nos enseñaron. Ahora, yo no sé si falté a la sesión educativa en la que La Mamita Olga se explayó sobre el tema"¿Qué hacer cuando te rechazan un salud?" o si es que en definitiva ese curso no se dicta y uno tiene que aprenderlo en la vida.

Encontrábame haciendo diligencias para anotarme a estudiar en la facultad (soy chancona y escribo con letra corrida ¿siguen enseñando palmer en el cole?) y, como no puede faltar en cualquier tipo de trámite que se haga en toda parte del mundo, las esperas y las colas se dejaban ver por doquier (me gusta la palabra doquier. Y por que me gusta, les comparto que doquier es la contracción de dondequiera, que a su vez es hijito de donde y querer. ¡Qué bonita familia!). Me perdí. Ah, las diligencias. Bueno, el tema es que entre tantas idas y vueltas de alguna forma me iba cruzando con las mismas personas que, prefiero suponer, se estaban anotando en cursos similares a los míos (es eso o pues me estaban siguiendo). Uno de estos seres era un señor de, calculo 50 años, el mismo que de pronto estornudó y evidentemente yo repliqué con un salud.


"No estornudé", de inmediato dijo él.
"Yo diría que sí", contesté yo (¿Y acaso era necesario de mi parte? ¡Cómo si me interesara!).

Y mi presunto compañero de aula -o mi acosador o, seamos justos, mi acosado- dijo

"No estornudé. Tosí".
"Bueno señor, igual espero que se mejore" (¡mentira! ¡mentira!)
"No estoy enfermo, tosí porque tomé líquido y tragué aire al tiempo" (¿Por qué me cuenta su vida?)
"Bueno..." (No me es posible guardar silencio).
"Si estuviera enfermo me quedaría en casa"
"...le retiro el salud entonces"
"¡epa! ¡tampoco me desee el mal eh!"
"..." (¡¿?!)

No voy a dejar de decirle salud a la gente (Y seguirá siendo un deseo hipócrita, para que lo sepan). Eso sí les digo, para quejas y devoluciones por favor hablen con La Mamita Olga, ella fue la que me enseñó a decir salud. A mí no me jodan.


(*) Título inspirado en un escrito del siempre bienvenido Julio Cortázar, llamado "La tos de una señora alemana" . Leanlo aquí.

Vígésimo Segunda Aventura del Pezweón
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quién es este weon on?
es el pezweon, pezweon
un pez con un par de testículos rosados que nace de la boca de todos
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no tiene expresión alguna
le pueden pasar muchas cosas y siempre tendrá la misma cara
no sonríe
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viernes, febrero 06, 2009

Es usted excusado. (*)

Hay cosas que pienso que no deberían discutirse porque son así y ya. Una de ellas es la tapa del inodoro. 1) Se sube para orinar y 2) Se baja cuando se termina. Y esto no tiene que ver con que una mujer pueda querer usar el baño después de que un hombre lo usó y evitarse la sensación emética de sentirse empapada por los rastros que el anterior usuario dejó en una suerte de ritual canino de marcación del territorio. No, no. Este no es un escrito feminista en ningún sentido, sino que una ejemplificación de una de esas cosas en la vida que es así y que los seres humanos no deberíamos agotarnos en argumentar contrariamente.


Partamos de lo básico: a uno le venden cerrada la tapa del inodoro. Es decir que su forma primigenia, su estado virgen, su espíritu original –y podemos pasar semanas adjetivando tan sublime momento- es estar cerrada… ¡cerrada! y no aleteando como si de un par de ojos picarones se tratara.


Si los señores de los grandes comercios, donde el estipendio de tapas de water es una cosa de todos los días, le trajeran al comprador por un lado el sombrerito y por el otro la argollita, podríamos aceptar que alguien inicie un debate acerca de los pro y los contra de mantener abierta/cerrada la tapa del WC. Pero, como estas cosas se venden cerradas y comprarlas abiertas sería pues una demostración de poco apego a la higiene y más bien gran afecto por las enfermedades infecciosas, pregúntole a la platea POR QUÉ hay personas que dejan este dispositivo del hogar abierto y sin sentir que se les hace pequeño el sentido común y enorme la vergüenza.


*sigh*


En casa hubo algunos impasses debido a este tema, los cuales fueron solucionados, como siempre, conversando. Todos los muchachos expusieron sus razones para dejar levantada la tapa del excusado (¡qué palabra tan del señor barriga eh!) y fue suficiente la explicación que líneas arriba les comparto para lograr que en este hogar palermitano el inodoro se mantenga como se debe.


Bueno, fue eso y un cartel que dice:


“Recuerda: Calzones arriba y tapita abajo. Gracias”



(*) Respuesta del Señor Barriga cuando Don Ramón le dijo: "Excúseme". Todo esto en algún capítulo del entrañable "Chavo del 8" que mi torpeza no me permite identificar. Es que no me tienen paciencia.

Vígesimo Primera Aventura del Pezweón
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domingo, febrero 01, 2009

Debí nacer en Chone. (*)

En primer lugar, digo que las orejas de chancho existen y yo no me las he inventado. En segundo lugar, afirmo que las palmeritas también existen y se pueden hacer en casa. Por último, sostengo que los corazones, quién pudiera dudarlo, son una realidad. Ahora, la pregunta que propongo para el análisis es: ¿Por qué nosotros (los peruanos, tan bellos ¿no?) le llamamos de una forma tan poco agraciadita a esta masita de hojaldre que se come en todas partes? O sea, apoyémonos con un visual aid:
"Corazoncitos" Colombianos.

"Palmeritas" Argentinas.

"Orejitas de Chancho" Peruanas.
¿Sólo a mí me llama la atención?

(Igual, debo aclarar, por años he comido "orejitas de chancho" en cumpleaños, bautizos, matrimonios o cualquier "lonchecito" familiar o con amigas, y esto sin sentir resquemor alguno o asociación peyorativa sobre la pequeña y gustosa masita de hojaldre. Tuve que llegar a la Argentina y vivir con colombianos para caer en cuenta del feo sustantivo que le tocó recibir al bocadito este.)


Ahora, más allá del nombre feo...
¿soy yo o las masitas que se ven más ricas son las peruanas?
¿eh?
¡EH!
¿¡EH!?

¿Es esta una analogía de nuestra realidad? ¿los peruanos somo feos pero sabrosos? O es acaso que, de ahora en adelante y tras esta revelación que les comparto, debemos suponer que, más allá de la nacionalidad, cualquier Efigenia Escolástica o cualquier Telesforo Neftalí pueden resultar teniendo amplio salero y siendo unos campeones en las lides del amor? ¿Es un tema de compensación: Nombre feo / Sabor inigualable?

Volvamos a la ayuda visual para reforzar los conceptos aprendidos:

CORAZÓN:

PALMERA:

OREJA DE CHANCHO:
Acaba de caerse mi teoría. La masita de hojaldre no se parece a ninguno de los objetos con los que se le quiere relacionar. Ahora debemos buscar un nombre para ella. Maldita sea. (O sea, qué flojera, ¿vio?)


(*) Chone es un pueblo de 20 mil habitantes de la provincia de Manabí, en el interior de Ecuador, cuyos pobladores tienen los nombres más increíbles del planeta.


Vígesima Aventura del Pezweón
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es el pezweon, pezweon
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