miércoles, diciembre 30, 2009

Genésis del mal

Estuve leyendo un post navideño
–en realidad fue post navideño, ¿me explico?
O sea, un post después de la navidad.
Changos, qué difícil es decir post post navideño
sin caer en una redundancia.
Scratch that y empecemos de vuelta.

Hace un par de días leí una ¿publicación? ¿Texto? ¿Artículo? de La vida de Serendipity donde reflexionaba acerca de cómo es un craso error (o un #epicfail por su hashtag en twitter… jaja, déjame) pensar que uno puede ir en busca del bikini playero un día lunes después de “fiestas”. Estoy de acuerdo, eso no se debe hacer. Pero ¿sabes qué más no se debería hacer? La ropa difícil de usar. A ver, yo digo que debiéramos abolir los bikinis, trikinis, monokinis y toda prenda que le origine problemas a las chicas. Es que nosotras llevamos una vida muy ardua y dolorosa en cuanto a ropajes veraniegos y, a decir verdad, apenas nacemos ya estamos pagando por lo que hizo la madre de todos: Eva (that bitch). 

Y es que es así. Eva del Edén es responsable directa de muchas de las calamidades que pasamos las mujeres en este villa del Señor Barriga (literalmente). O sea, la so called primera mujer de la humanidad cometió su rico pecadillo al enchufarle la manzana al pelele de Adán –que sin chistar se la mascó todita, ¡ay, los hombres!- y nosotras, el resto de las mujeres del mundo, tenemos que parir a nuestros hijos con dolor. Encima de eso, como la progenitora de Caín y Abel se tapaba el cofrecito con una hojita de higuera, a las mujeres nos toca emularla vistiendo brevedades de lycra que encima deben tener el interior con refuerzo de silicona para que no se te desaparezca la vaina a la más insignificante ola. Eva madafaka, entérate: la silicona esa se calienta y quema, god dammit. (Debo aclarar a los más avispados –yo sé que hay, yo sé-  que es sabido que la hoja que tapaba a Eva era de parra; lo que no es muy conocido es que cuando yo era chica la única hoja que supe dibujar fue la del higo así que mi Eva y mi Adán se taparon con eso. Period).

Y hablando de Adán… ¿por qué los hombres se ponen ropa de baño hasta la rodilla? Olvídense, nadie quiere verlos en zunga, pero, ejem, ¿por qué las textilerías sacan 8 mil bikinis de 1 metro de tela y sólo 1 ropa de baño masculina? I hate them. I hate them all. Cada año es un castigo mayor ir a la playa. Se te mete el calzón. Te lo sacas. Se te mueve el sostén. Te lo acomodas. Te rebalsas del bikini y tienes que remarte hacia adentro de él. Entre tanto, múltiples playeros observan el show al tiempo que chupetean un chorito a la chalaca. Qué mal nos va chicas, qué mal nos va. Caín del mal, el quijadazo se lo debiste meter a tu madre; mongolazo.

jueves, diciembre 24, 2009

La justicia tarda pero llega (al chopin)

Cuando yo era chica preguntaba todo... bueno, hasta ahora pregunto un montón de cosas todo el tiempo (y a los que quieren saber por qué cuestiono tanto, les digo que: si no pregunto ¿cómo voy a saber las cosas?). Bueno, la cosa es que ha llegado la hora de mi juicio final, el momento de la revancha de los eternos contestadores de mis interrogantes. Me está pasando que tengo problemas con las preguntas que me hace mi sobrinito Franco a cada segundo. Yo juro que le reviso la espaldita a ver si hay manera de sacarle las pilas, pero no. También le escudriñé el costado en busca de la llave de cuerda que lo mantiene tan tan vivo las 24 horas del día, pero tampoco. Y por más que trato de llevarle el ritmo lo máximo posible, no consigo que ni medio palito de su energía se reduzca, god dammit.

Lo primero que tiene es que está obsesionado con verme sin ropa. Yo salgo de bañarme y me sigue hasta la habitación prometiendo que se va a quedar calladito mientras me visto. Yo le digo que no, que así como yo no lo veo cuando él se cambia, pues él tampoco me va a ver a mí. A él ese argumento le parece absurdo y me llama mala. Mala Tía Lauris, mala. Ahora, en su último intento desesperado por verme en traje de Eva -pero qué desagradable es esta expresión, ¡no sé por qué la uso!, el mozalbete me ha propuesto lo siguiente: "Tía Lauris, tú me dejas verte mientras te vistes y yo te prometo que seré un niño bueno y que no me voy a burlar" (?).
¿Cómo termina el cuento? La Tía Lauris saca a Franco casi a patadas de su habitación.

Lo segundo que tiene es que está empecinado en saber por qué mi tatuaje de la espalda no se borra. Este interrogatorio lo hemos tenido cientos de veces y ya me lo sé de memoria, pero él no se cansa. Tía Lauris ¿qué tienes en la espalda? Un tatuaje. Tía Lauris ¿qué es un tatuaje? Un dibujo que no se borra. ¿Y cómo lo hacen Tía Lauris? Con unas tintas especiales. ¿Tintas con poderes? Sí, con poderes. ¿Con muchos poderes o con pocos poderes? Con muchos poderes. Tía Lauris, ¿por qué los tatuajes que yo me hago se borran? Porque son hechos con otro tipo de tinta. ¿Tintas con poderes?
Y se nos puede pasar la mañana con esta conversación donde sobran los poderes y sin embargo ningún súper héroe viene a rescatarme.

Y lo tercero que tiene es que está muy preocupado por el uso que le doy a mi dinero. Últimamente estoy usando un jean que tiene un hueco en la rodilla y Franquito no entiende por qué alguien usaría por decisión propia una prenda que está rota. Tía Lauris tu pantalón tiene un hueco. Sí, así lo compré. Tía Lauris, ¿te engañaron cuando lo compraste? No, yo sabía que tenia el hueco cuando lo compré. ¿Y por qué compras ropa usada Tía Lauris? No está usada, era nueva cuando la compré. ¡Pero tiene un hueco! ¡Pero así es el modelo del jean! Tía Lauris ¿qué es el modelo?
(*sigh*)

Y es eso chicos... ¡Feliz Navidad!

viernes, diciembre 18, 2009

Betty Crocker can suck it.

Ir al supermercado es algo que disfruto y soy dócil para adaptarme a las diferentes metodologías de cada cadena  comercial.

Están las que te pesan y embolsan las cosas;
las que te piden pesarlas en la caja al momento de pagar;
las que te cobran menos pero esperan que hagas todo tú solo;
y las que vienen con su yapita más.

Las amo a todas. Me encanta ir a comprar productos de primera y última necesidad y, si fuera cerdo, sin duda mi chiquero estaría correctamente embarrado de puras marcas blancas de autoservicio detallista. Ahora, la única cosa que no me gusta de ir de compras es hacer la cola para pagar. Yo espero que cuando todo sea aún más adelantado, llegue el momento en el que una mente se ilumine -no será la mía- y cree un calculador de gastos que vaya insertado en el cochecito de shopping. O sea, uno va tirando leche, papas, cereales, desodorantes, depilatorios, protectores diarios, zapallos, choclos y yogures probióticos... y en la pantalla del carrito va apareciendo cuánto estás gastando. Luego llegas a la caja -que para efectos del caso mencionado pasaría a ser únicamente un punto de check out- atraviesas tu tarjeta de crédito por un POS o depositas el dinero necesario en una ranurita loca y TE VAS. That's all folks. Cero intercambio de saludos / promociones / disposiciones de efectivo con la cajera y cero cháchara de la gente que cree que no es posible esperar en fila sin hablar.

Y nada, hoy estuve trabajando de relacionista pública de una linda y bastante amable cajera. Esta labor no me la propuse y como todo lo que me ocurre llegó caída del cielito lindo papá. Yo elegí la caja que consideré menos mala (prefiero hacer cola detrás de 1 señora que hizo mercado para el mes que ir a la "caja rápida" donde hay 20 personas con 1 chupete cada una) y cuando la cajera vio que al reloj le faltaban apenas 5 palitos para llegar a su hora de cuadre, optó por avisarme que conmigo se cerraba la caja y siguió trabajando. Los minutos pasaban y empezaron a colocarse personas detrás de mí. Yo, como representante de la cajera en cuestión, les iba informando que la caja estaba cerrada y que en mí moría la situación. Sorry. I can't. Don't hate me.


Tudo bem hasta ahí. Luego llegó un señor presuntamente sordo y ahí fue cuando se jodió todo, Zavalita.

Lauris: (señalando el cartelito que decía "Por favor pase a la caja siguiente. ¡Gracias!") Hola. Sí. ¿Sabe que la caja está cerrada? Yo soy la última que atienden. 
Presunto sordo: (sin ademán de moverse) Sí, sí.
Lauris: (pensando que en realidad no es su problema) Bueno. 
Confirmado sordo: (sonriente) Sí, sí.

Como es de esperar, una señora se puso detrás del señor que no se movía. Y luego otra señora más. Entonces tuve que volver a hablar.

Lauris: (mirando a las señora 1 y 2 y ADEMÁS señalando el cartelito que decía "Por favor pase a la caja siguiente. ¡Gracias!") Hola. Sí. ¿Sabe que la caja está cerrada? Yo soy la última que atienden. 
Señora 1: (sonriendo) Sí, sí.
Señora 2: (sonriendo) Sí, sí.
Lauris: (vocalizando lo más posible y agarrando el cartel que dice "Por favor pase a la caja siguiente. ¡Gracias!") La caja está cerrada señores. Yo pago y no se atiende a nadie más. 

Los tres me miraban como si de pronto el supermercado fuese el plató de Babel y yo la musa de González Iñárritu (Asu, qué top mi referencia. ja). Los quería matar al tiempo que pensaba que la cajera me caía muy mal porque al encargarme la misión de contener a la gente, en verdad me había arruinado la vida. Fui a ella y con señas le indiqué que teníamos tres polizontes en cubierta. Ella me sonrió y bajó el cartelito que la liberaba de atender más gente. Ay, qué linda, pensarán. Yo no creo eso. Lo que pienso es que la Miss Simpatía me hizo quedar como una desquiciada. Yo no conozco a esos 3 individuos y quizá no los vuelva a ver nunca, pero estoy segura que esta noche o mañana, le comentarán a alguien que UNA LOCA en el supermercado creía que tenía caja privada. Bah, creo que voy a empezar a hacer mercado por Internet.

jueves, diciembre 10, 2009

Nube negra dot com

Siempre me sale todo mal. A ver, no es que yo sea pesimista ni mucho menos (ni mucho más tampoco), lo que pasa es que la vida se divierte conmigo –de esto estoy convencida y no hay poder humano que me haga cambiar de parecer; ahora, si algún animal o plantita desea intentar estoy dispuesta a probar. 


Este blog existe gracias a que un día pensé que era imposible que mi cabeza de piña colada fuese capaz de registrar todos los infortunios que me acontecen y que era pertinente mantener un archivo más o menos ordenado de las cámaras escondidas que el señor Jesucristo y su amigo Belcebú me vienen jugando de manera sostenida hace casi 29 años (y esto lo anoto a propósito de modo tal que todos vayamos ahorrando para mi regalo del 10 de enero ¡eh!). 

¿A qué viene esto? Pues a que hoy (ayer) es mi último día en Buenos Aires y, como no podía ser de otra manera, todo me ha salido mal:


  1. Como nunca jamás, amanecí a las 6am dispuesta a sacarle brillo a mi ahora ex-departamento. Estaba sobándome contra las paredes del baño –literalmente- y se me acabó el CIF crema (desinfectante). Bah –pensé- yo uso lavandina (lejía). Voy a la cocina por la botellita salvadora y, como el niño Jesusito (manso corderito) ya se había despertado, se me ocurre ir abriendo la botella de camino a la ducha y ¡zaz! Chorreé el parquet con lejía. Linda mancha ¿eh? (Este altercado se solucionó con VARIAS capas de cera oscura)
  2. Cerca a las 11am y considerando que la entrega del dpto. estaba pactada para las 11:30am, voy a un locutorio para usar Internet porque el servicio ya está dado de baja (ustedes no están para saberlo ni yo para contarlo, pero mis convivientes y yo somos seres responsables que no dejamos al arrendador con deudas y cosas colgadas) ¿Y qué pasa en el cyber café? Que mi hora de salida ha cambiado y el vuelo es para las 18:00hs. A ver, son 10:50am y a las 11:30am entrego el departamento. Ponte que mientras me fui al Internet una estampida de búfalos se apareó en la sala y que por ello tengo que limpiar otra vez… con todo y eso, la entrega no tardará más de media hora y –como soy una chica precavida- he pedido el taxi para las 12m. Dime, Lucifer de mi vida, ¿qué voy a hacer 6 horas en el aeropuerto?
  3. Luego de entregar el depa, me veo con 300 pesos menos de depósito porque el dueño se los quedó como caución en caso de que haya quedado algo pendiente por pagar y con un “Please believe me, I’m not going to rip you off” me tuve que quedar tranquila. (Bah, se supone que me van a enviar la plata por Western Union si en 1 mes no aparece nada impago. Y claro que nada va a aparecer porque ustedes no están para saberlo ni yo para contarlo, pero mis convivientes y yo somos seres responsables que no dejamos al arrendador con deudas y cosas colgadas).
  4. Ya en el counter, una gentil señorita me informa que tengo que pagar 230 dólares de exceso de equipaje porque las miserias que llevo en las maletas superan los 70 kilos y yo sólo tengo permiso para llevar 40. A ver, si mi pasaje salió 540 dólares y estoy pagando más o menos el 40% de ello en valijas… prácticamente estoy cargando un hijo conmigo, un menor de 2 años que sólo paga proporcional ¿no? Este es un niño que no quiero y que me cae mal, pero igual tengo que pagar por él porque, bueno, ¿quién me manda a cebar a un niño de menos de 2 años para que pese 30 kilos y monedas? 

Contra todo pronóstico, mi buen humor no fue mellado durante este día tan entretenido para Dios y Satán (ayer). Lo que sí, aprovecho mis horas de espera en el Aeropuerto para escribir todo esto, porque cuando llegue a Lima y lo cuente, seguro que algo se me va a escapar. Igual, no creo que lo llegue a publicar hoy mismo (la verdad sí creo, pero siempre me pasa lo contrario a lo que espero, entonces mejor no creer para que ocurra ¿no?) -----BIG MISTAKE: NO LO PUDE PUBLICAR AYER. 

¡Hasta pronto ciudad adoptada!

martes, diciembre 01, 2009

locamál


Una nueva preocupación invade mis pensamientos: tengo o creo tener o la mamita Olga me ha dicho que tengo una muletilla. Estoy histérica. No me gustan las frases o expresiones que ayudan a completar vacíos en los diálogos; y en realidad prefiero quedarme callada antes que caer reiteradas veces en el judicial "Es correcto", el notarial "Conforme" o el siempre usado y casi fúnebre "Así quedamos".

Pero qué pasa, hace más o menos 10 días mi mamá me hizo notar que, mientras charlábamos por teléfono, yo repuntaba nuestras conversaciones con un repetitivo "Es verdad" (por favor pronúnciese como esverdá). Como es de esperar y en entera concordancia con las particularidades que me califican, me negué a aceptar la imputación de mi progenitora y argumenté que su sentencia era infundada dado que nuestra llamada telefónica sabatina no había alcanzado los cinco minutos cuando ella realizó la aseveración de mi handicap verbal (a mi me hubiera ido re-bien de abogada, no hay nada que hacer). 

Como también debe ser de esperar, mi madre dio el objection overruled del caso con un "Te lo iba a decir cuando viniste en octubre pero me olvidé". Y nada, como solemos hacer cuando no estamos de acuerdo, nos pusimos a hablar de perejiles, tubérculos y otros temas muy alejados de la consabida muletilla objeto de discusión (Esta técnica es muy saludable, la recomiendo mucho). De pronto, cuando ya estábamos enfrascadas y salivantes en medio de un nuevo tópico, de entre las cenizas apareció un nuevo y acuchillante esverdá para romper la elocuencia de la cháchara.

Maldita sea, pensé. La mamita Olga no me dijo nada. Ella es así, cuando saborea no habla.

Y nada, desde ese día no puedo dormir y tengo pesadillas con millones de personas que me persiguen para darme de muletazos. Adicionalmente, he puesto en práctica 2 actividades:

  1. Estoy combinando mi muletilla vieja esverdá con otra nueva que se llama ciertoés. Me va regio y me siento mejor. 
  2. Además, con la intención de no sentirme sola en mi discapacidad, he dedicado los últimos días a identificar las muletillas de los demás. So far, le hice saber a la muchacha coreana de la lavandería que, en mi opinión, ella dice mucho "Gracias, eh" (por favor pronúnciese graciasé)

Por favor, queridos blog-leyentes, amigos y familiares, les pido su colaboración. De este hoyo idiomático tenemos que salir.