lunes, julio 19, 2010

Mil gardenias para mí

La palabra querencia y yo nos conocimos a mis 7 años cuando estaba leyendo por primera vez "Platero y yo". Aquel libro tierno de Juan Ramón Jiménez. Platero estaba todo raro porque lo habían llevado lejos de su hogar (o quizá él seguía en el mismo lugar y era su dueño el que se iba. No consigo recordar cuál de las dos situaciones es la fiel al libro). De lo que sí tengo certeza es que la gente del pueblo comentaba que Platero estaba con la querencia y a mí esa palabra me dejó encandilada porque hasta ese momento no había conocido un término que describiese tan profusamente a la melancolía. Y nada, me enamoré de la idea de poder ingresar a ese estado. Lamentablemente estaba apenas en 2do grado de primaria y no había muchas posibilidades de sentir querencia por ningún lugar. Y luego me olvidé del asunto. 


Han pasado 22 años de eso y hoy puedo decir que me estoy inaugurando en la destreza de sentir nostalgia de un lugar (¿no es linda la expresión portuguesa "eu tenho saudade de vocé"? ¡Ah!, chicos, tengo un problema serio con los idiomas, eh).  Estoy con la querencia. Quiero volver a Cuba. A caminar por el malecón de La Habana. A montarme en un Chrysler de los 50s. A meterme al agua y verme los pies. ¿Y saben lo que más quiero? Una cosita de nada: quiero volver a sentirme la más mamacita del planeta. ¡Qué increíble! Una compañera de periplo se refiere al viaje como "Taller de Autoestima - Junio 2010" ¡Mamita! Uno podía salir habiéndose volteado una olla de tallarines con tuco por la cabeza e igual había alguien que tenía algo lindo para decirte. Ni qué decir si te pasabas un peinecito por las greñas llenas de arena (pero arena caribeña que no es lo mismo). Y no me refiero sólo a los cubanos. El caribe tiene ese no sé qué que nos inyecta a todos sus visitantes de un caudal de serotonina sin precedentes (convengamos que uno también se inyecta solito un par de litros de ron por día, pero bueno, son detalles). Y es que está claro que en estos casos se cumple a cabalidad el estado de soltero de vacaciones. Todo el mundo quiere campeonar y todas las fórmulas funcionan. El cubano quiere chapar foránea. El foráneo quiere chapar cubana o foránea. La foránea quiere chapar cubano o foráneo. O sea, los únicos que no quieren chapar entre sí son los cubanos. Los demás are very in the mood for some love. 


Es en este ambiente que surgen las demostraciones de amistad más interesantes. Los hombres intercambian frases de levante (supongo que bajo la filosofía de "si a mí me sirvió, a ti también"), las mujeres sufren de una dislocación momentánea de coxis y se vuelven expertas reggaetoneras; se dan el lujo de decirle que no a uno, dos, tres y cuatro chicos guapos porque no hay quinto malo y porque estoy en Cuba y puedo. Es genial y todas las mujeres del mundo nos lo merecemos (esta última oración tendría que estar auspiciada por Lóreal y "porque yo lo valgo")


Así como los ingenieros cuentan que su experiencia en MIT fue estupenda y los abogados no se cansan de recomendar a la Complutense; chicas, la universidad de la vida las espera en Cuba. Aguante el Caribe, carajo. Ahora les dejo una lista que será de utilidad para cualquiera de los sexos. Son algunos de los icebreakers que se oyeron entre La Habana y Varadero (*). Amar es compartir. 

  1. ¿Son españolas? - No. 
  2. ¿Son colombianas? - No. 
  3. My friend looks just like Robbie Williams. - And where's your friend?
  4. ¿De dónde son? - De Perú.
  5. Speak english? - Yes.
  6. ¿Habla español? - Sí.
  7. Parli italiano? - Io non parlo italiano (pero hablo español e inglés).
  8. I own a bar, but I'm also a stripper. - You should open a Strip Bar, then. 
  9. Che, ¿me echás bloqueador? - Por supuesto.
  10. ♫ Amor a primera vista - (A esto no se responde, sólo se pone la cara del gato en "Alice in wonderland")
  11. I'm from Canada, but I'm also half italian - You look totally italian to me. 
  12. Bonita tú - Ñam, ñam.
  13. I'm a russian investigation policeman -  KGB!
  14. Parlez-vous franҫais? - Je ne parle pas français (pero hablo español e inglés).
  15. ¿Son venezolanas? - No.
  16. Aguante Rosario Central, che. - ¡Vamos todavía, che! 
  17. ¿Son chilenas? - No.
  18. Os pareceís a las Azúcar Moreno - ♫ Apaga el televisor 
  19. I'm a video game developer - I used to play Super Mario Bros.
  20. Vine a Cuba porque soy comunista - Yo vine porque mi amiga encontró un paquete barato. 
  21. ¿Nos metemos al agua? - Eh... ja. 
  22. Soy chef y tengo un negocio de sorrentinos - ¡Me encantan los sorrentinos!
  23. ¿Son mexicanas? - No.
  24. Estoy haciendo una maestría en odontología - ¿En serio? (con cara de "estudia lo que quieras")
  25. ¿Compartimos un taxi? - Caminemos, mejor.
  26. Too bad I just met you and you are leaving tomorrow - Yeah, life is a bitch and there's always Facebook. 
  27. Estoy esperando que te acerques a mí desde ayer - ¿Por qué no te acercabas tú? ("soy divina" mode ON)
  28. Soy de la Selección Francesa de Rugby - (A esto no se responde, sólo se recoge la enagua del piso). 
  29. Sé lavar, planchar, cocinar y cuidar niños - ¡Yo también!
  30. My friend works for Blackberry - Can he fix mine so I can have internet forever?


(*) No todos me los dijeron a mí.

domingo, julio 04, 2010

Antes muerta que cochina (pero igual, amarrete)

  

Meterse en camisa de once varas. 
Dar gato por liebre. 
Te deseo lo mejor.
No da puntada sin hilo. 
Pásalo lindo. 
Saludos cordiales.



El uso de frases hechas no debería poner tenso a nadie. Son oraciones ya establecidas que otra persona ya pensó y que los demás, por vagancia, inoperancia o pura moda, adoptamos y volvemos a adoptar. Cuando las usamos selectivamente y de vez en cuando, pues está todo bien y los índices de nuestra felicidad gramatical se mantienen nivelados.


Sin embargo, cuando alguien abusa de esta versión verbal de sopa ramen (por lo de instantáneo y pre-hecho, déjame con mis metáforas que nadie entiende), pasa que su discurso decanta en lo reiterativo, poco creíble y aburrido. Eso no es lindo para nada y los que escribimos este blog (Yo, Súper Yo y Ello) nos alejamos -huímos, mejor dicho corremos despavoridos-  de estas personas con síndrome incurable de vendedor de Telemercado.


¿A qué viene todo esto? A que uno de mis hobbies es racionalizar frases hechas. Alguna vez compartimos con los queridos blog-leyentes la contrariedad que nos causa la frase "me cago de miedo"

Y bueno, la frase hecha que hace unos días visitó la zona pajera de nuestra cabeza fue: "Tiene poto de negra". Si me preguntan, este dicho es muy subjetivo y está provisto de al menos media docena de interpretaciones.
Primero: ¿de qué tipo de negra estamos hablando? ¿de una negra de piel casi blanca como Lisa Bonet ("Denisse", la 2da hija de la familia Cosby en el "El Show de Bill Cosby". No me preguntes cómo guardo este tipo de referencias en mi back up mental) ¿o de una negra en cruce étnico con hindú como la mujer de David Bowie; Imán? O, de pronto, ¿nos referimos a una negra power -chata, tarrona y ojiverde- como Rhianna? O a una negra chocolatosa y purísima -valgan verdades, tan requetenegra que su color es una maravilla- como la modelo Alek Wek? ¿O ya nos vamos a lo groovy y pensamos en una negra jamaican look como Lauren Hill?


¿Se entiende lo que digo? ¡Hay demasiados tipos de negras!

Anyway. Una vez, no hace mucho y por todo un día,  yo tuve poto de negra. Pero no en el sentido "frase hecha" del asunto, sino que literalmente mis posaderas se pusieron oscuras. No me caí de nalgas ni hice la de mi sobrinito y me pinté las partes nobles con marcador indeleble. No, no. Lo que ocurrió fue que me compré un par de leggings baratos, de esos que adquieres por "cuarto de docena" para salir del paso. Y las consabidas calzas me tiñeron el rabo de chocolate bitter sin la más ínfima gotita de azúcar. Lo peor es que me di cuenta cuando estaba en la agencia y me tocó ir al baño a hacer pis.

DISCLAIMER: IF YOU KEEP READING YOU MAY REACH ADULT CONTENT. ALERT! ALERT!

¿Se visualiza la situación? Uno está trabajando, metido en el quehacer diario y de pronto siente un llamado fisiológico que debe atender. En virtud de ello se acerca a los cuartos de baño y embute sus posaderas en el trono donde todas somos reinas; finiquita su acto, se higieniza, jala la palanca, VERIFICA QUE EL TRONO HAYA QUEDADO APTO PARA OTRAS REINAS (esto es algo que no todas las damitas hacen, eh) y luego se recompone de prendas para salir a lavarse las manos y continuar con su vida.

Ahora, ¿qué sucede cuando entre la jalada de palanca y la verificada de trono, uno se da cuenta que todo el anillo del inodoro está negro? God dammit, piensa uno. Lo único que queda es agarrar papel higiénico y empezar a sobar el water para tratar de salvar la situación (también podrías subirte los calzones primero, pero de eso me di cuenta cuando ya tenía como 10 minutos limpiando y con las ropas por el piso. Convengamos que es un tema de prioridades. Personalmente, antepongo la limpieza a la frontal nudity)

Y nada, me tocó repetir el proceso de lustrada de excusado durante todo el día hasta que llegué a casa y procedí a sobar la zona afectadada hasta que pasó de negro a rojo. Moraleja: no te compres leggings de 10 lucas, compañera. No seas tacañas, pues.