Fino, fino.

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Me encontraba en un matri de prestancia[1] cerca de la mesa del buffet. Yo ya había comido y lo que estaba haciendo era volver del baño. Había tomado apple martinis en cantidades que bordeaban lo no-fino, así que mi caminar, aunque no tambaleante, era por cierto una emulación clase b de Jessica Rabbit herself. Fue en estas circunstancias que me detuve al lado de los platos fríos a respirar con elegancia y buscar con la mirada a algún mozo para que me proveyera de un coctelillo finísimo que disipara la brillantez ocular consecuencia de los brebajes consumidos anteriormente[2]. En medio del trance, un caballerito de facción borrosa (tal vez el hombre de mi vida, nunca lo sabré) se me acerca con un tenedor en la mano. "¿Te gusta el carpaccio?", preguntó curioso. Y una Tía Lauris diabólicamente posesa respondió: “Por qué? Estás teniendo uno en este momento?”

Y luego por qué la Mamita Olga anda preocupada.


[1] En realidad no era el matri en sí, sino que el wedding rehearsal. And yes, excuse me for having fancy friends.
[2] Tomé vino blanco. El maridaje fue estupendo. Vino + Vodka.