Sueño con tigres (*)
Últimamente estoy soñando cosas rarísimas. Bueno, no suelo recordar lo que sueño, así que técnicamente no sé si antes soñé extrañezas y nunca lo supe. El punto es que estoy un poco preocupada porque siento que las películas que se forman en mi cabeza, y que prosperan a la mañana siguiente de mi vida, podrían ser el inicio de mi carrera como ave de mal agüero.
Hace algunas semanas soñé con Tiger Woods. Asunto curioso toda vez que no soy fan del golf y menos de los golfistas (igual, es pertinente indicarle a los lectores que tenemos predilección por ciertos especímenes de raíz africana). Recuerdo que me quedé pensando en el porqué de mi sueño e incluso que tiré un par de hipótesis tratando de racionalizar la batería de ideas que pululan dentro de la cafetera que cargo encima de los hombros: a) quizá había visto muchas veces el making of del comercial de Shick donde aparecen Tiger Woods, Thierry Henry y Roger Federer (en ese caso, pensé, ¿Por qué no soñé con el suizo o el francés? ¡los prefiero largamente que al amigo californiano!) o b) quizá este sueño era una mezcla del helado de chocolate que me comí y el artículo que leí en el diario colombiano El Tiempo que hablaba sobre el éxito del golfista colombiano Camilo Villegas, el mismo que me había impactado bastante dada la capacidad de contorsión del amigo deportista.
Como el avispado blog-leyente debe anticipar, ninguna de estas suposiciones llegó a puerto. Lo que si arribó fue la noticia impactante del compañero Woods estrellando su auto contra un árbol tras haber discutido con su señora esposa. Aún metida en la cama, me quedé impactada con el escalofriante orden en el que se habían dado los hechos: sueño con un muchacho de reputación impecable y que nunca había tenido mayor PR issue en su vida y acto seguido el tipo se choca aparatosamente, le aparecen media docena de amantes, la mujer lo deja, él abandona las competiciones golfísticas, los auspiciadores le dicen chau, y las actrices porno le dice hola. Me sentí un poco la versión humana de 2012.
¿Qué hacer a partir de ahí? ¿Beber inefablemente cada noche para desmayarme muy profundo y así evitar soñar? El presupuesto no nos da. ¿Aceptar hidalgamente la misión encargada por quién sabe quién y asumirme en mi labor de servicio de epifanías sociedad anónima cerrada? Qué pereza hacer el trámite de inscripción en la SUNAT. What should we do? Scooby Doo, where are you?
A la fecha no hemos decidido cómo proceder. Lo que sí, hace 1 semana soñé que un ave enorme -creo que un terodáctilo, aunque de pronto era una paloma gorda ¿qué sabe uno de perspectiva cuando está dormido?- me bañaba enteramente en popó de pajarito. Recuerdo la sensación de calor en mi cuerpo, el depertarme sobresaltada pensando en darme una ducha y la imagen de Tiger Woods dando declaraciones a la prensa diciendo que la pelota no se mancha (Aguarda, ese fue el Diego. ¿No digo que se me cruzan los cables?).
¿Qué me irá a suceder? Seguiremos soñando y obvio, informando.
(*) Yo sé que no hay que explicar, pero cómo nos encanta hacerlo: el título de este post es un ejercicio libre -y bastante obvio, sepan disculpar- del "Sueño con serpientes" de Silvio Rodríguez.
Hace algunas semanas soñé con Tiger Woods. Asunto curioso toda vez que no soy fan del golf y menos de los golfistas (igual, es pertinente indicarle a los lectores que tenemos predilección por ciertos especímenes de raíz africana). Recuerdo que me quedé pensando en el porqué de mi sueño e incluso que tiré un par de hipótesis tratando de racionalizar la batería de ideas que pululan dentro de la cafetera que cargo encima de los hombros: a) quizá había visto muchas veces el making of del comercial de Shick donde aparecen Tiger Woods, Thierry Henry y Roger Federer (en ese caso, pensé, ¿Por qué no soñé con el suizo o el francés? ¡los prefiero largamente que al amigo californiano!) o b) quizá este sueño era una mezcla del helado de chocolate que me comí y el artículo que leí en el diario colombiano El Tiempo que hablaba sobre el éxito del golfista colombiano Camilo Villegas, el mismo que me había impactado bastante dada la capacidad de contorsión del amigo deportista.
Como el avispado blog-leyente debe anticipar, ninguna de estas suposiciones llegó a puerto. Lo que si arribó fue la noticia impactante del compañero Woods estrellando su auto contra un árbol tras haber discutido con su señora esposa. Aún metida en la cama, me quedé impactada con el escalofriante orden en el que se habían dado los hechos: sueño con un muchacho de reputación impecable y que nunca había tenido mayor PR issue en su vida y acto seguido el tipo se choca aparatosamente, le aparecen media docena de amantes, la mujer lo deja, él abandona las competiciones golfísticas, los auspiciadores le dicen chau, y las actrices porno le dice hola. Me sentí un poco la versión humana de 2012.
¿Qué hacer a partir de ahí? ¿Beber inefablemente cada noche para desmayarme muy profundo y así evitar soñar? El presupuesto no nos da. ¿Aceptar hidalgamente la misión encargada por quién sabe quién y asumirme en mi labor de servicio de epifanías sociedad anónima cerrada? Qué pereza hacer el trámite de inscripción en la SUNAT. What should we do? Scooby Doo, where are you?
A la fecha no hemos decidido cómo proceder. Lo que sí, hace 1 semana soñé que un ave enorme -creo que un terodáctilo, aunque de pronto era una paloma gorda ¿qué sabe uno de perspectiva cuando está dormido?- me bañaba enteramente en popó de pajarito. Recuerdo la sensación de calor en mi cuerpo, el depertarme sobresaltada pensando en darme una ducha y la imagen de Tiger Woods dando declaraciones a la prensa diciendo que la pelota no se mancha (Aguarda, ese fue el Diego. ¿No digo que se me cruzan los cables?).
¿Qué me irá a suceder? Seguiremos soñando y obvio, informando.
(*) Yo sé que no hay que explicar, pero cómo nos encanta hacerlo: el título de este post es un ejercicio libre -y bastante obvio, sepan disculpar- del "Sueño con serpientes" de Silvio Rodríguez.