lunes, marzo 22, 2010

Sueño con tigres (*)

Últimamente estoy soñando cosas rarísimas. Bueno, no suelo recordar lo que sueño, así que técnicamente no sé si antes soñé extrañezas y nunca lo supe. El punto es que estoy un poco preocupada porque siento que las películas que se forman en mi cabeza, y que prosperan a la mañana siguiente de mi vida, podrían ser el inicio de mi carrera como ave de mal agüero.

Hace algunas semanas soñé con Tiger Woods. Asunto curioso toda vez que no soy fan del golf y menos de los golfistas (igual, es pertinente indicarle a los lectores que tenemos predilección por ciertos especímenes de raíz africana). Recuerdo que me quedé pensando en el porqué de mi sueño e incluso que tiré un par de hipótesis tratando de racionalizar la batería de ideas que pululan dentro de la cafetera que cargo encima de los hombros: a) quizá había visto muchas veces el making of del comercial de Shick donde aparecen Tiger Woods, Thierry Henry y Roger Federer (en ese caso, pensé, ¿Por qué no soñé con el suizo o el francés? ¡los prefiero largamente que al amigo californiano!) o b) quizá este sueño era una mezcla del helado de chocolate que me comí y el artículo que leí en el diario colombiano El Tiempo que hablaba sobre el éxito del golfista colombiano Camilo Villegas, el mismo que me había impactado bastante dada la capacidad de contorsión del amigo deportista.

Como el avispado blog-leyente debe anticipar, ninguna de estas suposiciones llegó a puerto. Lo que si arribó fue la noticia impactante del compañero Woods estrellando su auto contra un árbol tras haber discutido con su señora esposa. Aún metida en la cama, me quedé impactada con el escalofriante orden en el que se habían dado los hechos: sueño con un muchacho de reputación impecable y que nunca había tenido mayor PR issue en su vida y acto seguido el tipo se choca aparatosamente, le aparecen media docena de amantes, la mujer lo deja, él abandona las competiciones golfísticas, los auspiciadores le dicen chau, y las actrices porno le dice hola. Me sentí un poco la versión humana de 2012.


¿Qué hacer a partir de ahí? ¿Beber inefablemente cada noche para desmayarme muy profundo y así evitar soñar? El presupuesto no nos da. ¿Aceptar hidalgamente la misión encargada por quién sabe quién y asumirme en mi labor de servicio de epifanías sociedad anónima cerrada? Qué pereza hacer el trámite de inscripción en la SUNAT. What should we do? Scooby Doo, where are you?

A la fecha no hemos decidido cómo proceder. Lo que sí, hace 1 semana soñé que un ave enorme -creo que un terodáctilo, aunque de pronto era una paloma gorda ¿qué sabe uno de perspectiva cuando está dormido?- me bañaba enteramente en popó de pajarito. Recuerdo la sensación de calor en mi cuerpo, el depertarme sobresaltada pensando en darme una ducha y la imagen de Tiger Woods dando declaraciones a la prensa diciendo que la pelota no se mancha (Aguarda, ese fue el Diego. ¿No digo que se me cruzan los cables?).

¿Qué me irá a suceder? Seguiremos soñando y obvio, informando.

(*) Yo sé que no hay que explicar, pero cómo nos encanta hacerlo: el título de este post es un ejercicio libre -y bastante obvio, sepan disculpar- del "Sueño con serpientes" de Silvio Rodríguez.

miércoles, marzo 10, 2010

¡No estoy de acuerdo Sportacus!

Está claro que tengo un montón de problemas. De aquellos que dan risa venimos charlando hace 5 años en este blog dicharachero, así que hoy toca botar del cuerpo los issues míos que considero "no-divertidos" y que por eso mismo suelen dejarme la expresión obnubilada, pensativa y llena de introspección (Ja, con esta introducción cualquiera pensaría que estoy por confesar que soy fan de la golden shower jajaja. Oh no, not today).

Me pasa que mis niveles de intolerancia empiezan a desesperarme. A ver, yo siempre me había pensado como una mujercita muy tolerante o al menos una tolerante selectiva, (salvo en casos como este donde mi apertura de mente es nula); pero todo indica que a la vejez me han dado serias viruelas porque no aguanto pulgas, mato zancudos e incendio toritos a discreción. Así, mi incomodidad de turno tiene relación directa con la modalidad practicada por los canales de cable dirigidos a niños, la misma que he podido sufrir con detenimiento de tortura china a lo largo del periodo sabático que he pasado al lado de mis pequeños sobrinos (Dicho sea de paso, sabbatical is off. Hoy empezamos de vuelta a trabajar).


Preguntémoslo: ¿Qué pasa con la forma de hablar que usan los personajes de los dibujos animados, series y programas en vivo de la actualidad? Entiendo que por temas de presupuesto no puedan hacer locuciones para cada país, pero considero que ya se han tirado al abandono idiomático en su desesperación por alcanzar diálogos neutrales entre los discovery kids y los disney channels; y es que yo no sé los críos de los demás, pero mis sobrinitos parecen clones de Hannah Montana y los Jonas Brothers cuando hablan. Para empezar, sólo construyen frases en presente, pasado y futuro y superan con total desprecio las demás conjugaciones. A la pregunta "¿Dónde está tu hermano?" la respuesta es "Yo lo buscaré, tía Lauris. No descansaré hasta encontrarlo" (O sea, esa es la respuesta que te da un Power Ranger). Por otro lado, el "ya" no existe más. Los niños de hoy dicen "de acuerdo" (o también "Ok", aunque ese término lo usa sólo el mayor de mis chiquitines, el que tiene 10 años. "Vamos al cine". "Ok". "¿Quieres canchita?" "Ok". "¿Cómo estuvo la película?" "Ok". "¿Metemos la cabeza la water?". "Ok".)   Y nada, el "de-acuerdismo" de los otros 3 piojos me revienta.

Tía Lauris: Avanza con esa comida, niña.
Noelia: De acuerdo, pero tengo que decirte que ya no quiero más.
Tía Lauris: Ya te falta poquito Noe, vamos que está rico.
Noelia: De acuerdo, pero tomaré un poco de agua primero.
Tía Lauris: Ya, pero no te llenes de líquido ¿eh?
Noelia: De acuerdo, haré mi mejor esfuerzo. 

Yo sé que son quisquillas, y acepto que es absurdo que me joda, pero... ¿alguien sabe cómo detener esta tendencia? Vamos, cortemos por lo sano -o por el cogote- esta situación. Una pequeña amenaza, quizá algún diminuto amedrentamiento y sanseacabó. (Y hablando de sanseacabó, el otro día llamé a Speedy para que me ayuden con el Internet de casa. El muchacho del call center me insistía con que yo no podía hacer reclamo alguno dado que ello correspondía al titular del servicio y yo le terqueaba con que mi padre -desde el cielo- difícilmente podría darle un llamado. Ante esto, el joven no tuvo mejor solución que sugerirme el cambio de titularidad. Accedí y solicité los requisitos. Bla, bla, bla, CARTA PODER DEL TITULAR ANTERIOR, bla, bla. ¿Cómo haríamos? O.o A propósito, para más aventuras sobre el servicio de Telefónica, échele una miradita al #Speedygate desatado en Twitter hace unos días)



Y bueno, ¿alguien siente mi dolor respecto al vocabulario LazyTown de las nuevas generaciones? Por supuesto que sí. Han de saber, mis muy queridos, que este blog no es el único que se pone denso con este tópico. El averno que les cuento y que ocasiona el dolor actual en mis oídos avejentados es compartido con tanta o más urticaria por una vieja amiga y nueva blogger colombiana en su texto Sala de Maternidad. ¡Las virulentas al poder! Je, je.

jueves, marzo 04, 2010

Ludopatía del mal

Este será sin duda el post más geek que haya escrito en mi vida -y mi amigo @cesarduarte se excitará al menos un poquito. Shall the nerdiness come out. 

Hace poco aparecía en Peru21 una columna de Patricia del Río haciendo referencia pequenísima a un Buzz mío. (¿Que no sabes qué es Google Buzz? No te preocupes, yo no tengo ni la más pálida idea y aún así lo uso porque si es rápido y es gratis, why not?) En aquella se hablaba del -a veces divertido, others just scary- perfil patológico que tenemos quienes nos servimos de la Internet para comunicar todo -vamos, casi todo- pensamiento que se cruce por nuestra cabecita de melón.


Y nada, a propósito del uso desmesurado y hasta obsceno que le damos a la web, recientemente me topé con el Buzz de @uterope en el que se debatía acerca de la apuesta ideal entre dos personas. Como no puede pensarse de otra forma, comenté (Y es que nos resulta imposible quedarnos callados; esa es la patología previa a comunicarlo todo -vamos, casi todo- usando la red). ¿Qué comenté? Apenas un chascarrillo: el que pierde la apuesta debe quedar desnudo. Avispadamente, la platea propuso que la chascarrillante -me inventé una palabra- participe del calateo.

Abejorramente -me inventé otra palabra ¡qué viva el dadá!- la chascarrillante sugirió a través de canal interno que el chascarrillado y ella se fajen en una partida de ajedrez (caigo en cuenta de que esto último es lo verdaderamente geek del post). Strip chess, para ser exactos. El chascarrillado entonces adujo bluffing  y de esa forma mancilló la honra estriptisera de la chascarrillante, motivo por el cual debo compartir lo que viene.

Allá por el dosmil... pucha, hace años, se organizó una partida de Strip Jenga en casa de un amigo queridísimo. En ella participamos un japonés, un austriaco, una italochina y yo, que salvo mi bisabuelo griego soy bastante peruanita. Chicas vs. Chicos. Se te cae la torre de palitos, afuera 1 prenda. Como dije en el Buzz de @uterope, yo difícilmente apuesto algo, salvo cuando tengo lo más cercano a la certeza de que voy a ganar. Y bueno, convengamos que mi pulso es bastante bueno (considerando mi fracaso en cualquier actividad motora fina y motora gruesa en la que me involucre, esto es un GRAN mérito para mi, así que no me tires abajo diciéndome que tú también tienen buen pulso ¿ya?). Previsiblemente, el austriaco quedó en boxer y el japonés calato -bah, tampoco somos tan ratas, se le permitió sentarse para que pudiera tapar sus partes nobles con la mesa de comedor- la italochina quedó digamos que en bikini y la que suscribe perdió los zapatos, las medias y los aretes.

Y mira qué bonito, posts como este le hacen una venia a Patricia y al tiempo le advierten a @uterope. Multipurpose, oh yeah.





La 1era foto es de Andrés Calamaro con corte de pelo nuevo y va porque ahí al ladito se hizo referencia a su gran tema "El Salmón" (Ya que estamos, va el vídeo).
La 2da foto es de César Vallejo, precursor del dadaísmo en América Latina con "Trilce".
La 3era foto es la de un Jenga y la obtuve de masjuguetes.com