Que ratón ni que ratón.

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Ya les había comentado la cosa hermosa que es mi sobri José Miguelito. Es mi hombre ideal: Inteligente, analítico, le encantan los libros, la pesca, se lava las manos antes de comer y dice gracias cuando termina. Yo lo adoro. Ahora resulta que José Miguel está cambiando dientes y su nuevo objeto de análisis es el famoso ratón que deja propina debajo de la almohada.

Claudia: José Miguelito, ya va a venir el ratón a dejarte propina por tu diente!
JM: Tú eres el ratón!
Claudia: Noooo, yo no soy!
JM: Entonces es mi papá!
Claudia: Por qué crees eso hijito?
JM: Cómo el ratón tiene plata? Cómo hace para doblar el billete y ponerlo debajo de la almohada? Cómo sube a mi cuarto?
Claudia: José Miguelito no sé. Sólo sé que el ratón del diente visita a todos los niños que se han portado bien.
JM: Y si a mi me ha visitado… por qué no ha dejado “huella”? (*)

(*) Los primeros años de José Miguel los vivió en Lurín, donde mi cuñado criaba algún ganado, codornices, cuyes y demás animalitos de granja. Dentro de tan saludable ambiente, era común ver ratoncitos que, si se metían a la casa, dejaban “huella”, es decir que hacían pupu por donde pasaban. Bajo estos parámetros, es lógico que José Miguel no crea ni pío de la historia del ratón llevándose sus dientes… toda vez que el tiene claro que el mentado pericote tiene que dejar huella (y es muy pequeño para doblar el sólo los billetes ya?).